sábado, 28 de junio de 2008

Tenían el corazón apropiado

Y los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: Mira, el lugar en que habitamos contigo es muy estrecho para nosotros. Te rogamos que nos dejes ir al Jordán, para que cada uno de nosotros tome de allí una viga, y nos hagamos allí un lugar donde habitar. Y él dijo: Id. Entonces uno dijo: Te rogamos que consientas en ir con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron árboles. Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, el hierro del hacha se le cayó al agua; y gritó, y dijo: ¡Ah, señor mío, era prestado! Entonces el hombre de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y cuando le mostró el lugar, cortó un palo y lo echó allí, e hizo flotar el hierro. Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano y lo tomó. (2da Reyes 6:1-7)

Los hijos de los profetas, discípulos de Eliseo, vivían con él. La costumbre era vivir con el maestro para pasar el mayor tiempo posible con él y aprender de su enseñanza (predica) así como de su ejemplo diario (modelar). Una experiencia de capacitación por inmersión total. Si usted quiere calentarse tiene que mantenerse cerca del fuego.


El ministerio de Eliseo crecía así como el número de profetas que vivía con él. Llegó el momento donde los discípulos se dieron cuenta de que el lugar era demasiado pequeño para ellos. ¿Cuál fue la actitud de ellos?




  • ¿Quejarse por la falta de espacio? No. La queja es una de las herramientas más poderosas en las manos de nuestro enemigo (Satanás) – dado que la misma desanima y desalienta. ¿Qué resolvemos con ella? Nada, ya que a través de ella no se proponen soluciones. Aprendamos a escuchar, para darnos cuenta de cuán frecuente está la queja en la boca de las personas e incluso en la de los cristianos. Revisemos nuestras mentes e identifiquemos aquellas formas de pensamiento que son el producto de la queja para eliminarlas lo antes posible. Para muchas personas (incluyendo cristianos) la queja se convierte en una fortaleza que los atrapa y los mantiene cautivos. Tenemos que derribar estas murallas creyendo a Dios y asumiendo las actitudes correctas.



  • ¿Hacer responsable a los líderes? No. Este es un tipo muy común de queja y en psicología se conoce como el mecanismo de proyección. Ustedes (líderes) debieron anticipar esta situación y tomar las medidas para corregirla. En ocasiones Dios permite que ciertas circunstancias nos visiten de forma repentina. En este caso el crecimiento rápido del grupo de profetas (discípulos). Situación que si se tiene la visión adecuada, no es problemática. Sin embargo, si se tiene la actitud equivocada, la bendición se convierte en un problema. ¿Cuántas veces hemos cometido este error?



  • ¿Abandonar el proceso de crecimiento para conseguir un espacio más cómodo? Otra actitud incorrecta consiste en dejar de hospedarse en casa del profeta para buscar un espacio donde tengan la comodidad que necesitan, aunque su crecimiento se interrumpa.


Las dificultades son necesarias y hay que enfrentarlas con la actitud apropiada para que haya crecimiento. El manejo adecuado de la dificultad trae consigo la madurez y la formación del carácter.


¿Cómo manejaron los profetas la situación?


“Te rogamos que nos dejes ir al Jordán, para que cada uno de nosotros tome de allí una viga, y nos hagamos allí un lugar donde habitar.”


Primeramente se dieron cuenta de que el espacio se estaba quedando pequeño, percepción que indica su sensibilidad. El suyo era un corazón que estaba con el oído en tierra y atento a la necesidad del grupo. Luego dispusieron su corazón para resolver el problema; no para criticar ni quejarse. Note que todos asumieron responsabilidad y trazaron una estrategia de trabajo: si estás de acuerdo, todos bajaremos al Jordán, cada uno tomará una viga y construiremos una cabaña con el espacio necesario.


Ellos tomaron la iniciativa y no esperaron a que los líderes lo hicieran y resolvieran el problema. Claro está, consultaron con los líderes para tener su aprobación, su consejo y su cobertura. Esta es la actitud adecuada: (1) identificar la situación con el propósito de buscar el bienestar del grupo y no para crear un conflicto (criticando, señalando injustamente), (2) asumir responsabilidad buscando solución al problema [identificar la estrategia que se va a utilizar para que el grupo como un solo hombre resuelva la situación] y (3) consultar a los líderes para su aprobación y cobertura. De hecho, ellos le pidieron a Eliseo que los acompañara para tener su bendición y consejo: “Te rogamos que consientas en ir con tus siervos.”


El líder aprobó el proyecto e incluso los acompañó en el proceso de desarrollo del proyecto de construcción. Note que la iniciativa es completamente de los discípulos. En este caso, el líder fue un espectador de la labor que realizaban los discípulos.


Es importante señalar que, los profetas no eran carpinteros especialistas en el proceso de cortar árboles y preparar madera para hacer casas. Ellos eran especialistas en el arte de la oración, la meditación, y el ayuno. Dos tareas muy diferentes en términos de la fortaleza corporal requerida y la destreza física. De manera que estaban abandonando su zona de seguridad y comodidad para desarrollar un proyecto que sería de bendición para todos ellos y para los que Dios traería posteriormente.


En ocasiones como estas, muchos de nosotros diríamos: ¿Ese no es el tipo de trabajo para el que estoy entrenado? No lo puedo hacer y si lo hago no lo haré bien. Debemos contratar a los especialistas en la materia. En otras palabras, haríamos resistencia al Espíritu para desarrollar el proyecto. Privándonos de la bendición que Dios tenía para nosotros al participar del mismo.


Es necesario que con frecuencia abandonemos nuestras zonas de seguridad para comenzar a caminar como viendo al invisible. ¿Cuántos estamos dispuestos?


Posiblemente, como consecuencia de su falta de dominio de la destreza, a uno de los profetas se le salió el hierro del hacha y cayó al Jordán. El hierro inmediatamente se fue al fondo del río. En ocasiones surgen obstáculos en el desarrollo de los proyectos, en este caso, la herramienta clave ya no está disponible. ¿Qué hacer? Es en este momento donde la presencia del líder se valida y se hace necesaria. Dios ha provisto a los líderes de la madurez y de las herramientas necesarias para bregar y traer solución a situaciones difíciles.


El profeta clama “¡Ah, señor mío, era prestada!” Se podría inferir, que estaba diciendo, si se pierde el hacha, además de que no podemos continuar con la obra, quedaremos mal ante la comunidad puesto que la pedí prestada, recuerde que ellos no eran carpinteros. El que pide prestado se compromete a cuidar la propiedad mejor que si fuera suya y a proveer rescate en caso de que la misma se rompa. El cristiano que pide prestado debe: (1) cuidar la propiedad, y (2) entregarla en el tiempo convenido. Hay muchos cristianos que en esta área se comportan de manera irresponsable. El profeta estaba profundamente preocupado con la pérdida de una propiedad que le había sido prestada. ¿Sentimos nosotros lo mismo?


El líder, consciente del impacto que tendría en el desarrollo del proyecto y en la comunidad, el no devolver el hacha prestada, inmediatamente pregunta ¿dónde cayó el hierro? y procede a cortar un pedazo de palo para tirarlo en el lugar donde se hundió el hierro. Eliseo usó el palo en la superficie como el punto de referencia a donde Dios subiría el pedazo de hierro. El Creador hizo que sucediera lo que de acuerdo con la Ley de Gravedad es imposible físicamente; que el hierro sólido flote en el agua.


Si los profetas no se involucraban personalmente en el proyecto, no tendrían la oportunidad de ver:




  • El milagro de que el hierro flote en el agua.



  • El milagro de la presencia de Dios en la vida de su pueblo.



  • El milagro de que para Dios y los que creen en su nombre, todas las cosas son posibles.


Resumiendo, el mensaje de Dios para nosotros es:



Debemos tener la actitud apropiada ante cada situación. Esto es:

Un corazón sensible a la necesidad del grupo.


Identificar la necesidad para hallar solución y no crear un conflicto (queja, acusaciones, …)



Asumir la responsabilidad que nos corresponde. Esto es:

Trazar una estrategia de trabajo y consultar a los líderes para obtener su aprobación y apoyo.


Trabajar la solución como un equipo, cada uno tendrá su responsabilidad en el proceso.



Salir de la zona de seguridad para lograr el objetivo deseado. Esto es:

Aunque no se tenga el conocimiento especializado (la fortaleza o la destreza) se hará lo que corresponde.


Si se enfrentan dificultades, rechazar el desánimo y continúar la obra. Consultar a los líderes para que orienten y ayuden a completar el proyecto.


Tener la profunda convicción de que en el momento de la dificultad, Dios se hará visible a través de su provisión milagrosa.


Dios está presente y no está callado. Hay que aprender a ver al Invisible.


Nota: ¿Hacer responsable a los líderes? (Otto Irizarry) Puede que haya algunas excepciones a esto. Se puede dar el caso de que el líder no esté obrando apropiadamente, correctamente, dentro de la voluntad de Dios para ejercer su designación o don que Dios le dio. En esos casos Dios puede utilizar a un discípulo para señalarle al líder que no está obrando correctamente, (Gál. 2:11-14). Si el líder es espiritual va a recibir el señalamiento (que se denominó “queja”) y debe hacer un análisis bajo la dirección del Espíritu Santo. Si el señalamiento es de acuerdo con la Palabra de Dios (ha venido bajo la dirección del Espíritu Santo), el líder debe hacer las correcciones correspondientes, (Gál. 6:1; 2 Tim. 3:16-17; Mat. 11:29). Debemos de entender que en cuanto a la responsabilidad, todos somos responsables delante de Dios porque tendremos que dar cuentas a Él de nuestras acciones, (Rom. 14:10-12; 2 Cor. 5:10; 1 Cor. 3:11-15; Heb. 4:13). Específicamente relacionado a los pastores, (Heb. 13:17).




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domingo, 22 de junio de 2008

Reflexiones sobre la Parábola del Sembrador

La Parábola del Sembrador aparece en tres de los Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas. En los tres evangelios, sus escritores inspirados por el Espíritu Santo presentan la parábola y su interpretación como fue provista por el Señor Jesús.


La parábola lee como sigue:


"El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla:




  • una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.

  • Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad.

  • Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.

  • Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno.



Luc 8: 4 - 8




Esta parábola habla de un sembrador, ¿quién es el sembrador? El sembrador es el que cree y confiesa que Jesús de Nazareth es el único camino para llegar a Jehová Dios. La semilla es la palabra de Dios; las buenas nuevas de salvación por la fe en el Señor Jesús. Sembrar la palabra es predicar las buenas nuevas de salvación. El creyente (cristiano) tiene la responsabilidad de salir continuamente a sembrar la palabra de Dios. Esta responsabilidad consiste, primeramente, en predicar la palabra y una de las formas más efectivas de hacerlo es a través del modelaje. Se espera que el creyente viva la palabra que predica. La segunda responsabilidad es regarla, en otras palabras, visitar a las personas a quienes se predicó la palabra para instruirlos en el Camino de Dios. Esta segunda fase se conoce como seguimiento. La tercera fase, la de crecimiento, le corresponde a nuestro Dios. Como dice la escritura: "Pablo sembró, Apolos regó, pero el crecimiento la da Dios".


Según la parábola, cuando se siembra la semilla, esta puede caer en cuatro tipos de ambientes: junto al camino, sobre la roca, en medio de los espinos y en tierra buena. ¿Qué representa cada uno de estos ambientes? ¿Qué le sucede a la semilla que es sembrada en cada ambiente? Estudiemos a fondo cada uno de estos ambientes para ver qué tipo de corazón o persona representan.




Primer Ambiente – Junto al Camino




La que es sembrada junto al camino, es pisoteada y las aves del cielo se la comen. Sembrar cerca del camino equivale a oír (escuchar) la Palabra. En otras palabras, estas son las personas que escuchan la palabra, pero la misma no halla lugar en el corazón de ellos – se queda fuera en la superficie. El corazón de estas personas está completamente endurecido. Son duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, resisten al Espíritu Santo [Hechos 7:51].


El texto indica que estas personas se quedan en la etapa auditiva; de hecho, oyen con dificultad porque su corazón es malo. Ellos no logran entender la palabra. Como consecuencia de sus actitudes, el diablo arrebata la palabra de sus corazones para que no crean y se salven. El evangelista Marcos dice que el diablo les arrebata la palabra al instante. Esto sucede así porque sus corazones están completamente endurecidos. Estas personas terminan con el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. [Efesios 4:18]. El corazón de estas personas está engrosado, oyen pesadamente, sus oídos están tapados; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane. [Hechos 28:27].


[OYE CON DIFICULTAD : NO ENTIENDE : NO CREE]




Los que no pasan de la etapa auditiva es porque su corazón está totalmente endurecido. Ni tan siquiera reciben la palabra con gozo.




Segundo Ambiente – Sobre la Roca [conflicto y tentación]




La que fue sembrada sobre la roca, tan pronto creció, se secó, porque no tenía humedad. En ocasiones, sobre las rocas hay capas delgadas de tierra en donde una semilla puede crecer. En este caso la semilla crece por un tiempo, pero cuando las circunstancias del tiempo comienzan a manifestarse (sale el sol), la semilla se seca debido a que no tiene agua. A esta semilla le faltó agua, que es ingrediente de vida.


Estos son mas nobles que los anteriores, puesto que no solamente oyen la palabra sino que además la reciben con gozo. De manera que este


[OYE : ENTIENDE : RECIBE (CREE POR POCO TIEMPO)].




El problema de estos es que solo "creen por un tiempo", son de muy corta duración. Tan pronto vienen los problemas (aflicción o persecución por causa de la palabra) y/o las tentaciones abandonan el evangelio. La vida está llena de problemas y de tentaciones. De hecho el Señor Jesús dijo: "En el mundo tendréis aflicción (problemas), pero confiad yo he vencido al mundo". El que abandona el evangelio cuando vienen los problemas es porque no ha creído (confiado) como dice la Escritura.


De igual manera el apóstol Pablo dice "No os ha tomado tentación, sino la humana; mas fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar." [1 Corintios 10:13] Note que Dios se asegura de que no seamos probados más allá de nuestras fuerzas y además junto a la prueba, Él nos provee la salida. De manera que quien abandona el evangelio cuando vienen las tentaciones es porque quiere pecar deliberadamente. Esto mismo lo indicó Santiago cuando dijo: "Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión." [Santiago. 1:14].


Estos se conocen como creyentes temporales. Estos son los que tan pronto aparecen situaciones de conflicto abandonan la Iglesia del Dios Viviente. No están dispuestos a batallar por la fe que les fue dada. No están dispuestos a retener su fe en los momentos de crisis. Jesús conocía a este tipo de creyente, en su evangelio leemos: "Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús, por su parte, no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre. [Juan 2:23-25]. Cuando una persona está dispuesta a dejarse arrastrar por sus pasiones y a desobedecer, su corazón no es bueno.


Los conflictos y las tentaciones no son obstáculos para el crecimiento del verdadero creyente, al contrario, son el mecanismo a través del cuál maduran; guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo.


Esta semilla se quedó a nivel de la superficie del corazón, no entró al corazón del creyente (no tenía raíces profundas). Las raíces profundas son sinónimo de árboles saludables y fuertes. El creyente es el árbol y sus raíces representan el efecto de la palabra sembrada cuando entra a su corazón. Cuando la palabra no puede penetrar el corazón no se producen las raíces, y al venir la inclemencias del tiempo (sol fuerte, vientos, …) el árbol se seca, muere y se cae. En este caso la semilla crece sin limitaciones por breve tiempo, viene la dificultad y se seca; por lo cual no produce fruto.




Tercer Ambiente – Entre los Espinos [el mundo y sus deseos]




La que fue sembrada en medio de los espinos, los espinos crecieron con ella, y la ahogaron. En este caso la semilla crece junto a otras formas de pensamiento y actitudes que eventualmente la ahogarán, no la dejan que entre al corazón y produzca raíces. De manera que este también


[OYE : ENTIENDE : CREE - CONTAMINADO].




En este creyente, la yerba mala (zorra) crece junto a la semilla. ¿Cuáles son estos espinos? Las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida.


Las preocupaciones del mundo: ¿qué habremos de comer?, ¿qué habremos de vestir?, ¿qué dirán de nosotros?, y ¿cuál será nuestro futuro? Él Señor Jesús indicó claramente que no nos preocupásemos por estas cosas. Nos enseñó que si buscamos de todo corazón, Él mismo se encargará de suplir todas nuestras necesidades y guiar nuestros pasos para estar en paz con Dios y con los hombres. Las preocupaciones conducen a la ansiedad, el afán y a la angustia. Todos estos estados impiden que la palabra halle espacio en los corazones de los creyentes. De manera que las preocupaciones la van limitando para que no pueda entrar al corazón.


El engaño de las riquezas: pensar que la seguridad, la estabilidad y la felicidad se alcanzan a través de la riqueza material. Este estado consiste en amar más a las riquezas que a Dios; una de las idolatrías más comunes en la sociedad moderna. El amor al dinero es raíz a todos los males de nuestra sociedad: tanto dentro como fuera de la iglesia. ¿Cómo sabemos que amamos al dinero? Su manifestación más sutil consiste en que tenemos dificultad para darle a Dios de lo que Él nos ha dado. Damos, pero no lo hacemos con alegría. Hasta el caso extremo donde estamos más interesados en nuestros negocios terrenales (aumentar nuestros bienes materiales) que en el reino de los cielos (aumentar nuestras riquezas en el cielo) [Lucas 12:16-21]. Cuando una persona ama el dinero su corazón no es recto – está dispuesto a hacer cualquier cosa por aumentar su riqueza material.


Los placeres de la vida (deseos de las demás cosas), estos son los creyentes temporales que solo están interesados es que se les ministre y se les sirva; no están muy dispuestos a servir – no tienen corazón de siervo. Tenemos que estar conscientes de que Dios nos llamó a servir y no a ser servidos. Solo quieren disfrutar de las bendiciones y de la paz personal (egoísmo). Esta es otra de las formas de pensamiento (molde) que ha estado utilizando el mundo y el diablo, muy efectivamente, incluso para inactivar aún a verdaderos creyentes.


Este grupo de creyentes temporales tampoco logra dar fruto – la fruta no madura, se quedan sin fruto; esto es, se vuelve estéril. El Señor Jesús indicó con completa claridad que el que no da fruto es cortado y lanzado al fuego.


Resumiendo lo dicho hasta el momento:



Junto al Camino – oye con dificultad, no entiende y no cree. La palabra no haya espacio en su corazón – corazón endurecido.

Sobre la Roca – oye, entiende y recibe (cree) con alegría. Pero cree por breve tiempo – cree hasta que llega la dificultad (problemas y tentaciones). No da fruto – indicando que no cree conforme a la Escritura. Su corazón no es bueno.

Entre los Espinos – oye, entiende y cree; simultaneamente permite que otras formas de pensamiento y actitudes crezcan y eventualmente ahoguen la semilla. No da fruto – indicando que no cree conforme a la Escritura. Su corazón no es recto – ama las riquezas y los placeres de la vida.


Cuarto Ambiente – En Buena Tierra [mucho fruto]




La que fue sembrada en la tierra buena, creció y produjo una cosecha a ciento por uno, otra a sesenta y otra a treinta. Este es el verdadero creyente. ¿Qué caracteriza a un verdadero creyente?; da fruto. El árbol es conocido por su fruto. De este creyente no se puede decir: lo que haces no me deja oír lo que dices.


Este es el creyente que


[OYE : ENTIENDE : CREE : RETIENE : DA MUCHO FRUTO]




Note que para dar mucho fruto es necesario retener la palabra (Juan 15:1-5), especialmente donde los otros fallaron; cuando hay conflictos. La persona que retiene la palabra es la que obedece, espera siempre en Dios, de manera que hace morir al viejo hombre. Retener es lo mismo que perseverar – permanecer obediente a la palabra de Dios independiente de cuales sean las condiciones del tiempo (sol caliente, vientos fuertes, …).


Para llegar a dar mucho fruto el corazón del creyente tiene que ser recto y bueno.




¿Qué nos enseña el Señor Jesús en esta parábola?




  • Necesitamos tener un corazón recto y bueno para poder dar mucho fruto.

  • El que tiene este tipo de corazón persevera en la doctrina de Cristo especialmente cuando vienen los conflictos.

  • Un corazón recto es uno que no se involucra en los negocios de la vida – no ama las riquezas ni los placeres de la vida (no busca que le sirvan y tener paz personal).

  • Un corazón bueno es aquel que no cede ante las tentaciones y que no cambia de opinión cuando vienen los problemas.

  • Los verdaderos creyentes se caracterizan porque dicen presente, especialmente cuando hay necesidad, su propósito en la vida es servir a otros.

  • Los verdaderos creyentes deben examinarse cada día, para evitar que sus corazones se contaminen.




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domingo, 15 de junio de 2008

En medio de la tempestad

Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen? (Marcos 4:35-42)


Después de un día muy intenso, al llegar la noche, Jesús dice a los discípulos, pasemos al otro lado del mar. Mientras las barcas navegaban a través del mar, se levantó una gran tempestad de viento. El diccionario de la Real Academia Española indica que una tempestad es una tormenta grande, especialmente marina, con vientos de extraordinaria fuerza. De modo que vientos muy fuertes están azotando la barca y ella comienza a llenarse de agua. Mientras se desarrollaba esta situación de lucha contra los vientos y el agua, Jesús dormía tranquilamente en la popa.


Dando a los apóstoles el beneficio de la duda, imagino que trataron de controlar la situación sin tener que despertarlo. Pero cuando vieron que la intensidad de los vientos y el nivel de agua en la barca continuaban aumentando, se desesperaron y tuvieron miedo. ¿Cuántas veces hemos visto este cuadro en nuestras vidas? Colocamos toda nuestra atención en la situación o problema y no en el Dios que está a nuestro lado para rescatarnos. ¿Tenían ellos motivo para temer y desesperarse? Por supuesto que no. Con ellos estaba Jesús, Dios hecho hombre. Por lo tanto, si él estaba quieto, ellos debían estarlo también, él tiene el control de todas las cosas.


Otro asunto relacionado es que en la mayoría de los casos tratamos de enfrentar la situación con nuestras propias fuerzas y recursos, y cuando vemos que la situación continúa agravándose, es entonces y solo entonces, que desesperadamente corremos a buscar al Maestro. La actitud correcta es poner la situación, desde el primer momento, en las manos de Dios. Como dice la Escritura, “Depositando toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros.”


En su confusión los apóstoles despiertan bruscamente al maestro con un reproche “¿no tienes cuidado que perecemos?” En otras palabras, no has mostrado interés, ni te ha preocupado que estemos a punto de morir. Obviamente esto es una exageración, si hubiesen estado a punto de ahogarse, Jesús hubiera despertado e intervenido. Pero Dios prueba la fe de sus hijos. ¿Estarían dispuestos a confiar en él cuando se desatara una tormenta y la misma permaneciera por un tiempo? Dios puso a prueba sus corazones en esta situación y no dieron la medida esperada.


Jesús se puso de pie y reprendió al viento y dijo al mar, calla y enmudece. Le habló al viento con autoridad y lo censuró como si fuera una persona. Le dijo, te ordeno que seas una brisa apacible y al mar que no hiciera más ruido y se estuviera quieto. Si yo hubiese estado allí diría, ¿quién es este hombre, que habla directamente a la naturaleza? Y más impresionante aún, la naturaleza le obedece en todo.


Luego de responder a su petición y traer una gran calma, los confronta con su actitud inapropiada ante la situación. ¿Por qué tenían tanto miedo? En otras palabras, yo estaba con ustedes y por tanto no había porque temer. Sin embargo, se llenaron de temor y se desesperaron. Han mostrado su incredulidad, todavía no han aprendido a confiar en mí.


Cuántos de nosotros atravesamos situaciones como estas y cometemos el mismo error que ellos cometieron. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Dios está presente y no está callado. Él ha prometido estar con nosotros en el momento de angustia y hacer provisión de acuerdo a nuestra necesidad. Por tanto, debemos estar quietos y esperar en él. Oremos de todo corazón a Dios para que ayude nuestra incredulidad y aumente nuestra fe.





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jueves, 12 de junio de 2008

La Armadura de Dios - II (Revisado)

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;” (Efesios 6:14-17)


En esta sección de Efesios la frase clave es estar firmes. Debemos estar firmes antes de que comience, durante y después que termine la batalla. En los versos 14 al 17 el apóstol describe cómo debe vestirse el soldado cristiano para estar firme y resistir al diablo en el día malo. El cristiano comienza ajustando su vestimenta con el cinturón de la verdad o la sinceridad. Toda verdad procede de Dios. La primera pieza de la armadura indica que todo lo que hagamos debe brotar de un corazón sincero y que busca decir la verdad.


El cristiano primero que nada, tiene que decir la verdad, la verdad procede de Dios y la mentira del diablo. La mentira se enfrenta y se derrota con la verdad. Cuando el diablo atacó a Jesús en el desierto, con argumentos torcidos y malintencionados, Jesús le respondió citando la Palabra y ella es verdad. Todos los ataques del maligno son en esencia ataques contra la verdad. Esta es una de las razones por la que debemos conocer la verdad de Dios, su Palabra. De manera que cuando el diablo use la estrategia de manipular y alterar la Palabra para confundirnos, podamos decirle, escrito está, “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.”


Decir la verdad cuesta, puesto que es nadar contra la corriente de este siglo, donde se miente continuamente y se estimula a las personas a mentir. Algunos justifican la mentira diciendo, el propósito era bueno. Pero no nos engañemos, mentira es mentira, y estas mentiras “blancas” van contaminando a la persona y al mismo tiempo van desarrollando el hábito de mentir, hasta convertirse en una obsesión. Si eres diferente, ya que dices la verdad, el sistema y la mayoría de las personas tienden a marginarte. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios, estas siendo luz y sal de la tierra.


Somos fieles cuando decimos la verdad aunque duela. A los seres humanos no nos gusta que nos confronten con la verdad. Nos duele cuando nos dicen que hemos cometido una falta y ofendido a una persona o grupo de personas. Nuestro egoísmo es el que resiste a la corrección (verdad). Un buen amigo y hermano es aquel que nos corrige con la verdad cuando no andamos como Dios espera de nosotros. Necesitamos guerreros que mantengan en alto la verdad del evangelio.


La segunda pieza de la armadura es la coraza de justicia. ¿Cuál justicia? ¿La nuestra? De ninguna manera, el apóstol está hablando de la justicia de Dios. En el huerto del Edén el hombre desobedeció a Dios y por consiguiente pasó a ser reo de muerte. Sin embargo, Dios no quería que el hombre muriera eternamente. Por consiguiente, para que el hombre fuera librado de la muerte eterna, alguien que no era reo de muerte, tendría que pagar con su vida, el precio del pecado del hombre. Jesucristo vivió una vida perfecta y por ende el aguijón de la muerte no lo podía tocar. Él era el único que no era reo de muerte y por tanto podía liberar al hombre de la muerte. Por amor, Jesucristo se ofreció a sí mismo para pagar el precio de los pecados de la humanidad, aceptando morir en la cruz; y por consiguiente pasó a ser la justicia de Dios.


La coraza de justicia debe cubrir nuestro corazón para que ningún tipo de injusticia se albergue y eche raíces en él. Dios espera que seamos justos en todas nuestras relaciones. Una persona justa da a cada uno lo que le corresponde. No discrimina ni procede con parcialidad, trata a todos por igual. El enemigo de nuestras almas nos presiona para que actuemos con parcialidad como es común en la corriente del siglo. En nuestra sociedad es evidente que se trata a unos mejor que a otros, por criterios que están relacionados con apariencia física, lugar de procedencia, nivel socioeconómico, educación y otros. Sin embargo, la doctrina cristiana ataca con fuerza la parcialidad. Demostramos que somos cristianos genuinos y nos mantenemos firmes, cuando procedemos de manera justa y resistimos la parcialidad que es parte del viejo hombre.


La tercera parte de la armadura es el calzado. Este debe estar preparado para llevar el evangelio de la paz. Nuestra actividad debe dirigirse a llevar el mensaje de paz, esto es, que a través de la fe en Jesucristo se alcanza paz para con Dios y, la paz con Dios permite tener paz con el prójimo. Las buenas nuevas de salvación en Jesucristo traen paz al corazón del hombre cuando cree a Dios. Somos agentes de paz cuando compartimos las buenas nuevas del evangelio. La Biblia dice que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para estar en paz con todas las personas debido a que el Espíritu de Dios nos capacita para lograrlo.


La cuarta parte de la armadura es el escudo de la fe con el cual podemos apagar los dardos de fuego del maligno. Esta es una parte muy importante de nuestra armadura. Como dice el apóstol Juan “Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.” Vencemos al mundo y a su príncipe cuando andamos en la fe. Cuando creemos de todo corazón a las promesas de Dios. Esta certeza de que Dios está con nosotros y que el maligno no nos puede tocar es un escudo gigantesco que no deja pasar ninguna de las estrategias de engaño del maligno. Ninguno de los dardos del diablo puede atravesar este campo de fuerza que es alimentado por nuestra fe en la presencia continua de Dios en nuestras vidas. Ninguna arma forjada prospera contra el creyente que cree en Dios con todas sus fuerzas. No importa cuán bien articulado esté el plan del maligno contra el creyente, si el creyente cree que Dios está con él y espera pacientemente, el plan no prospera ni progresa.


La quinta parte de la armadura es el yermo de la salvación. La salvación es un don de Dios. Somos salvos no por lo que hemos hecho sino por lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz del calvario. No es por obras para que nadie se gloríe, es por la fe en Jesucristo. Pasamos de muerte ha vida, somos salvos, cuando creemos en Jesucristo como nuestro único y verdadero salvador. Por tanto, debemos confiar en que nuestra salvación no es como un jabón que se resbala de nuestras manos cada vez que fallamos. Estamos convencidos de que Jesús, quien comenzó la obra en nosotros, la perfeccionará hasta el fin. El maligno nunca nos podrá arrebatar de las manos del Señor. Jesús es mayor que él.


La última parte de la armadura es la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Esta es la pieza que sirve de fundamento a todas las demás. La palabra de Dios nos permite conocer la verdad, la justicia, el contenido del evangelio y en qué consiste la salvación. Además, a través de su conocimiento crecemos en fe. De manera que es de vital importancia leer, escudriñar y meditar en la palabra para poder estar firmes en el día malo.


El creyente se mantiene firme cuando: habla verdad, obra justamente, predica el evangelio con su ejemplo y con su voz, cree en la presencia continua de Dios en su vida (su Espíritu Santo desea guiarlo cada día), cree que Jesús completará su obra en él y estudia la Palabra para pensar y actuar como Jesús.




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miércoles, 11 de junio de 2008

La Armadura de Dios

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. (Efesios 6:10-11)



En la parte final de la carta de Pablo a los Efesios, después de describir en detalle como debe ser la conducta que deben mostrar como cristianos, les pide que se fortalezcan en el Señor y en el poder de su fuerza. El apóstol Pablo en su carta a los Colosenses, les indica que oraba a Dios para que fueran “fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu...” El poder de su fuerza es el Espíritu Santo que habita en nuestro interior. Nos fortalecemos en el Señor cuando permitimos que el Espíritu Santo dirija nuestras vidas a través de la Palabra. Cuando nuestra alma resuena con el Espíritu comenzamos a comprender y a experimentar el amor de Dios que sobrepasa todo entendimiento. Un amor que movió a la Divinidad a tomar forma humana, misterio de la piedad, y estando en la condición de hombre, a humillarse hasta la sumo, aceptando ser crucificado para destruir en forma permanente al imperio de la muerte.



El apóstol usa una analogía muy propia para la vida del cristiano en este planeta, está en una guerra continua y se fortalece en el Señor cuando se viste de toda la armadura de Dios. De manera que esta armadura no es innata, no es parte de su piel, y por consiguiente para estar apto para la batalla, debe estar consciente de la necesidad de vestirse y por iniciativa propia hacerlo cada día. De acuerdo con el apóstol esta es la manera de poder estar firmes contra las asechanzas del diablo. La palabra firme significa que; no duda, no se deja engañar ni dominar, sino que mantiene su posición. El vocablo asechanzas en el griego es “methodeia” y se refiere a un conjunto de métodos de persuasión que se utilizan de manera hábil para engañar. Estos dardos de fuego (asechanzas) son con el propósito de que el creyente dude de las promesas, vea las cosas desde otra perspectiva y no actúe conforme a la voluntad de Dios. Debemos de recordar que el campo de batalla es nuestra mente. Los dardos de fuego son bombas al pensamiento, como las que utilizó el maligno con Eva; ¿Conque Dios les dijo, No coman de todo árbol del huerto?



Note que para poder estar firmes hay que vestirse de toda la armadura de Dios y no solo de parte de ella. Implica que tenemos que conocer con detalle cada una de las partes de esta armadura. Es importante señalar que esta armadura es de naturaleza espiritual y es Dios mismo quién la provee. No la puedo conseguir en una librería cristiana. El apóstol vuelve a mencionar la importancia de vestirse con toda la armadura cuando dice “para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” Hay días en la vida del cristiano donde Dios permite que sea atacado con intensidad, estos días son los que David identificó con estar en un valle de sombra y de muerte, al punto de ser zarandeado. Es como si lo agarraran por los hombros y lo movieran con violencia. Ningún cristiano está libre de estos días, los que el apóstol llama días malos. Sin embargo, podemos resistir los ataques y vencer si estamos vestidos de toda la armadura de Dios. Pablo nos recuerda que una vez que se resistan los ataques y se experimente la victoria, hay que mantenerse firme en pie de lucha, vestido con toda la armadura. Si lo resistimos el huye de nosotros, pero no debemos olvidar que lo hace por poco tiempo. Satanás el padre de toda mentira siempre está buscando a quién atrapar y engañar, por tanto, regresa nuevamente a través de uno de sus agentes de maldad para atacar y poner obstáculo a los hijos de Dios. Pero como dice el apóstol Juan, “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” En Dios somos más que vencedores.


Continuará…




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martes, 10 de junio de 2008

Viendo al Invisible

Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. (Hebreos 11:23-27)


El libro de Hebreos comienza definiendo el concepto de fe, concepto central de la realidad cristiana; “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (11:1) La primera parte de la definición, la certeza de lo que se espera, implica que es un conocimiento seguro y claro que produce una firme adhesión de la mente a lo que se ha prometido, sin temor de errar. La segunda parte, la convicción de lo que no se ve, implica estar profundamente convencido de la realidad de lo que se espera aunque no se vea. La fe involucra la voluntad consciente del individuo que la ejerce y es un acto racional basado en la experiencia concreta de la intervención de Dios en la historia del hombre.


Lo mencionado anteriormente se puede evidenciar en la misma vida de Moisés. El Faraón había decidido matar a todos los niños hebreos para evitar que se cumpliera la profecía del libertador, líder que sería el instrumento de Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Que paradoja, es precisamente la hija de Faraón quién libra de la muerte al libertador y lo cría como si fuera su propio hijo; así de cierto es lo que Dios ha prometido. Y como dice el libro de los Hechos, “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.” De modo que Moisés aprendió toda la ciencia y la tecnología de los egipcios al punto de convertirse en un especialista cuyas obras eran reconocidas. Sus palabras y sus acciones impresionaban positivamente al pueblo egipcio, Moisés era respetado. Los que se suponen que lo mataran, gracias a la presencia e intervención sobrenatural de Dios, lo educaron y en cierto sentido lo prepararon para su propósito, ser el instrumento de Dios para sacar al pueblo de Egipto.


En el capítulo 7 del libro de los Hechos se indica que cuando tenía 40 años de edad, Dios puso en su corazón visitar a sus hermanos hebreos. El estaba seguro que Dios le había preparado para liberarlos del yugo egipcio. Sin embargo, sus hermanos no lo veían así. Una experiencia similar experimento José el consagrado de Dios. Aquí vemos en Moisés esa certeza o convicción de que Dios, al que no había visto, lo había llamado para una tarea específica. ¿A qué tarea específica te ha llamado Dios? No permitas que la incredulidad de otros obstaculice el plan que Dios tiene para contigo. Posiblemente Moisés pensaba que el liberaría al pueblo a través de la guerra corporal, pero Dios tenía un mecanismo muy distinto al que él imaginaba.


Como dice el libro de Hebreos; “Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.” La convicción de Moisés era tal que rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón. En otras palabras, rechazó una posición de autoridad única, el reconocimiento y la gloria personal y las riquezas asociadas. Se resistió a ser próspero. No solo rechazó la posición y las riquezas, sino que las intercambió por la posición de esclavo donde sería maltratado y considerado como menos que humano. ¿Cómo es posible que una persona inteligente optara por este cambio? ¿Qué lo sostenía para tomar esta decisión? La razón es sencilla, “porque tenía la mirada en la recompensa.” Estaba convencido de que el Dios de sus antepasados (Abraham, Isaac, Jacob, …) le había prometido vida eterna y un cielo y tierra nueva. No estaba dispuesto ha cambiar este galardón por los placeres temporales de esta vida. Por tanto se mantuvo firme y prefirió el oprobio de Cristo en lugar de los tesoros de Faraón.


La Biblia continúa diciendo “Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible.” Es muy interesante señalar que Moisés estaba muy consciente del poderío de Faraón y de lo que era capaz de hacer a sus enemigos. Sin embargo, no tuvo temor a lo que podía hacerle. Estaba seguro que Dios lo guardaría y que Faraón no podría tocarlo. No tenía su mirada puesta en las circunstancias, por adversas que fueran, sino en el Dios que tiene control de toda circunstancia. Esta convicción profunda lo llevó a actuar en contra de toda expectativa humana. Como sabemos su actitud lo llevó a cumplir con el propósito para el que fue llamado.


La enseñanza básica de esta reflexión es que no importa cuán adversas sean las circunstancias en las que nos encontremos, en el caso de Moisés sus hermanos no creían que él fuera el instrumento de Dios y se enfrentaba al hombre más poderoso del mundo y a su maquinaria, tenemos que poner nuestra mirada y esperar en el Dios invisible. Nos mantenemos firmes cuando creemos y vivimos conforme a lo que nos ha dicho en su Palabra, confiados de que a su debido tiempo el intervendrá y completará su propósito en nosotros.






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domingo, 8 de junio de 2008

La muerte de Lázaro - Dios nunca llega tarde.

Dios se mueve en el tiempo preciso. (Jn. 11:1-46)


Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. (versos 1-3)


La historia comienza ubicando al lector en una aldea, Betania, donde viven dos hermanas, Marta y María. El núcleo familiar constituido por María, Marta y Lázaro, era visitado por Jesús con frecuencia. Toda vez que visitaba Betania, se detenía en la casa de ellos, ya que les unían grandes lazos de amistad. El autor del libro recuerda a los lectores que María en una ocasión anterior había derramado un perfume muy costoso sobre el Señor y lavado sus pies con sus cabellos. Esta mención es un ejemplo de que toda acción positiva que hacemos, cada día, está siempre presente en la mente de Dios. Nuestro Padre celestial no se olvida del bien que hacemos y a su tiempo cosecharemos el fruto de nuestras acciones, sea en este siglo o en el venidero.


Lázaro enferma y las hermanas envían un mensajero al Señor para notificarle de la enfermedad de su hermano, en especial, porque saben que él ama mucho a Lázaro. En este pasaje la palabra griega corresponde al amor filial, al amor que existe entre los miembros de una familia. En otras palabras le estaban diciendo, Lázaro, al que amas como a un hermano, ha enfermado y se ve muy mal.


Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. (versos 4-6)


Cuando los mensajeros traen la noticia a Jesús, él inmediatamente les indica que esta situación difícil que atraviesa Lázaro no es para muerte. Es una situación donde Jesús mostrará que es el Hijo de Dios y a través de ello dará gloria a su Padre. El autor vuelve a indicar que Jesús amaba a todos los miembros de esta pequeña familia. No importa cuan pequeños seamos, Jesús nos ama. El Señor no se puso ansioso, no se desesperó ni angustió. Al contrario, confiado en que tenía control sobre la situación, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. ¿Qué desilusión para los mensajeros? Posiblemente, ellos esperaban que Jesús saliera corriendo para la casa de Lázaro, sin embargo, decidió quedarse dos días más donde estaba. Son muchas las instancias donde lo que esperamos que Dios haga no es lo que él entiende que debe hacer; puesto que no es lo mejor. Hay situaciones que nos producen mucha tristeza y quizás angustia, sin embargo son para la gloria de Dios. Tenemos que aprender a confiar en que Dios tiene cuidado de nosotros y que a su debido tiempo intervendrá y proveerá para resolver la situación difícil en la que nos encontremos.


Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. (versos 11-15).


Pasados los dos días, Jesús decide ir a la casa de Lázaro. En este momento ya Lázaro ha muerto y Jesús dice a los apóstoles que va a despertarlo. En este contexto Jesús no se refiere al sueño sino a la muerte física; donde el alma se separa del cuerpo físico. Jesús dice a los apóstoles que se alegra por ellos, de no haber estado cuando Lázaro convalecía. ¿En que sentido se alegra por ellos? Si hubiese estado allí, lo habría sanado y Lázaro no habría muerto. Este milagro de sanidad no les habría impactado mucho puesto que sería uno más de los que ya había realizado. Sin embargo, levantarlo de su tumba, cuatro días después de muerto, haría un huella inolvidable en la vida de los que presenciaron el evento y en especial en la vida de los discípulos. ¿Quién es este que ni aún la muerte lo puede detener? La resurrección de Lázaro sería un evento que solidificaría la fe de los apóstoles; evento que apuntaría hacia la realidad de que Jesús es el Hijo de Dios.


Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. (versos 17-22)


La casa estaba llena de gente puesto que todos amaban mucho a esta familia. Marta sale al encuentro del Maestro y le dice “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Posiblemente, algunas personas pensaron que había llegado muy tarde. El cuerpo de Lázaro había iniciado su proceso de descomposición. Pero, ¿llegó tarde el Señor? La respuesta es simple y sencilla, no. Él estuvo y estaba con la familia en todo el proceso de la enfermedad y muerte de Lázaro. Por esta razón, cuando le fueron a dar la noticia, el dijo, “No es de muerte sino para la gloria de Dios”. ¿Cuántas veces hemos llegado a pensar que no está? Sin embargo, nos está guiando paso a paso. Marta reconoce que si Jesús hubiese estado presente físicamente, Lázaro no habría muerto. Luego declara con toda seguridad pero aún así estoy convencida de que todo lo que le pidas a Dios te será concedido”. Que convicción profunda tiene esta mujer.


Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. (versos 23-27)


En Juan 5:29, el apóstol indica que hay dos resurrecciones; “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida (primera resurrección); mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (segunda resurrección)”. La primera resurrección comienza en el rapto de la iglesia y termina al final de la gran tribulación. La segunda resurrección ocurre al final del milenio, donde los que no creyeron a la verdad, serán separados de Dios por toda la eternidad. Jesús dice a Marta, no me refiero a la primera resurrección, me refiero a que “Yo soy la vida” y por tanto, él resucitará ahora, porque así lo deseo. Ningún ser humano ha dicho cosa semejante, sólo el Hijo de Dios tiene autoridad para hacerlo. Varios escritores, entre ellos C.S. Lewis, han señalado que para hacer declaraciones como la anterior, y de hecho hizo muchas de este tipo; Jesús tenía que ser el Hijo de Dios, de lo contrario, sería un mentiroso, un manipulador y por consiguiente un mal maestro. Sin embargo, su nacimiento sobrenatural, su ejecutoria perfecta durante sus 33 años de vida y su resurrección de entre los muertos indica que él es en verdad el Hijo de Dios. Luego el Señor hace una promesa para nosotros “todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Esta es la promesa de vida eterna que Dios nos ha hecho. Jesús le pregunta ¿lo crees? Y ella le contesta, sí tú eres el Hijo de Dios.


Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. (versos 30-36)


Marta avisa a María, y ésta fue a ver al Maestro que todavía no había entrado a la aldea. Y cuando llegó a donde estaba se arrodilló llorando y dijo “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Ambas, Marta y María estaban convencidas de que si Jesús hubiese estado con ellos, Lázaro no habría muerto. Esta familia estaba convencida de que Jesús sanaba a los enfermos, no importa cuán compleja fuera la enfermedad. Cuando Jesús vio llorando a María, junto a los judíos que vinieron con ella, que también lloraban, se conmovió profundamente en el espíritu, se entristeció y lloró. Las lágrimas de Jesús fueron reconocidas como fruto del amor que tenía por la familia y por Lázaro. El Maestro ama a sus discípulos y se entristece cuando los ve sufrir como en esta ocasión.


Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. (versos 37-46)


La gente decía ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera? Claro que sí, esa fue la posición que sostuvieron Marta y María. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. Esta declaración se puede interpretar como que en el momento de la verdad, Marta tuvo duda. Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Jesús no la trata con reproches, por el contrario, le recuerda lo que ya le había dicho, si crees en mí verás la gloria de Dios. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Jesús no tenía que decir nada, sólo tenía que ordenar; Lázaro ven fuera. Sin embargo, conociendo la debilidad de los presentes, habló al Padre para recordarles que fue él quién lo envió y por consiguiente, siempre lo escucha y apoya.


Jesús siempre llega en el momento adecuado para edificar y aumentar la fe, no de unos cuántos, sino la de muchos. “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.”





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jueves, 5 de junio de 2008

La iglesia y la vida personal del creyente

Una pregunta interesante que debemos hacernos es ¿hasta dónde puede intervenir la iglesia local, representada por su liderato, en la vida personal de sus miembros? En un artículo reciente (Conoce a tu enemigo) de la Revista Diálogo, publicación de la Universidad de Puerto Rico, se acusó a las iglesias de, y cito, “…se entrometen hasta en lo más íntimo del individuo, manteniendo con miedo lo que la razón no aguanta.” Por el momento trabajaremos con la primera parte de esta acusación “se entrometen hasta en lo más íntimo del individuo”. En el contexto del artículo se compara a las iglesias con sistemas de gobierno totalitario. Como cuestión de hecho, en el artículo no presentan ningún ejemplo de esta conducta por parte de la Iglesia.


El balance delicado entre la vida personal y privada del individuo y la vida de la comunidad cristiana a la que pertenece, es de vital importancia para el desarrollo saludable de ambos. La privacidad del individuo no puede ser violada bajo ninguna circunstancia. Toda decisión que él tome deberá ser respetada y se espera que sus acciones sean siempre voluntarias y nunca como resultado de la coacción. Este principio es uno de los que separa a la Iglesia de las otras organizaciones. A continuación varios ejemplos a lo largo de esta línea de pensamiento.




  • La primera iglesia – Jerusalén


En el libro, Hechos de los Apóstoles, se presenta con claridad la unidad y vida de comunidad que distinguía a las primeras iglesias: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles (Hechos 4:32-37)”. Note que las personas vendían voluntariamente algunas de sus propiedades y el dinero que generaban lo traían a los líderes de la Iglesia para que se cubrieran las necesidades de todos sus miembros; repartiéndose a cada uno según su necesidad. Nadie les imponía que tenían que vender sus propiedades para hacer aportaciones a la Iglesia. En el contexto cristiano se respeta el individuo y su propiedad.



En el próximo capítulo de este libro se relata la siguiente situación “Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. (Hechos 5:1-4)”. Una pareja vendió una propiedad y trajo a los líderes parte del dinero, dando a entender que esa cantidad correspondía al costo total de la propiedad. Uno de los líderes, que no estuvo presente cuando él hizo la venta, le dice que estaba mintiendo no a ellos sino al Espíritu Santo. Luego le dice, era tu propiedad no tenías que vendarla. En otras palabras, la venta de las propiedades no es un mandamiento que ha impuesto la Iglesia, sino que es una decisión que están haciendo los creyentes voluntariamente movidos por el amor a sus hermanos. Incluso cuando la vendiste, no tenías necesidad de entregarnos dinero, pues es tuyo y podías hacer con el lo que quisieras. El problema fue que mintió y no la cantidad de dinero que entregó  a los líderes (no la totalidad, sino una parte). Esta situación indica que la visión cristiana respeta las decisiones del individuo y su propiedad. Sin embargo, disciplina sin vacilar a aquellos que tratan de manipular a la comunidad de creyentes.





  • Iglesia en Corinto



En el capítulo siete de la primera carta de Pablo a los corintios (versos 39-40) el comienza a responder a varios asuntos que ellos le habían consultado por escrito previamente; “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.” Una vez que muere el marido, la mujer esta libre para casarse con quien desee. No se establece cuanto tiempo tiene que esperar, en qué lugar se debe casar o específicamente con quién debe hacerlo. La recomendación es que sea con un cristiano. De hecho, recomienda que lo mejor fuera no casarse nuevamente, pero la decisión es de ella. En cada una de sus respuestas se puede apreciar que la visión cristiana respeta al individuo e incluso las decisiones que tome.


Lo anterior no quiere decir que cuando un cristiano cometa una falta se le pasará por alto porque esa fue su decisión. Al contrario, la Escritura establece con claridad, que es el deber de los líderes (Iglesia) educar a sus feligreses para que tengan una conducta cónsona con la marca que le debe distinguir, la marca del amor verdadero, y corregirlos con mansedumbre cuando hayan cometido una falta, de manera que sean restaurados lo antes posible.



Por lo dicho anteriormente y por muchas otras instancias en el Nuevo Testamento con el mismo sentir, la acusación que se presentó en el artículo de la revista Diálogo es falsa. La doctrina cristiana establece con claridad que las iglesias deben respetar al individuo, sus decisiones, y su propiedad; y mucho más sus situaciones íntimas. Esta es la visión correcta de la relación que debe existir entre la Iglesia y sus miembros.




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domingo, 1 de junio de 2008

Verdadera comunidad cristiana

Nuestras iglesias deben ser comunidades reales; organizaciones donde las personas vean algo hermoso en nuestras relaciones humanas. Deben ser espacios de predicación, de actividad y de vida en comunidad. En la iglesia del Nuevo Testamento la práctica de la vida en comunidad atendía las necesidades materiales de sus miembros. Esta fue la razón por la cual se creó el ministerio de la diaconía. Esta vida de comunidad se practicaba incluso a la distancia, los gentiles de Macedonia, proveyeron para las necesidades de los cristianos judíos en Jerusalén. Tales ayudas materiales no se consideraron menos espirituales que las que se enviaron a Pablo para ayudarlo en sus viajes misioneros. Las aportaciones no fueron forzadas, surgieron de una comunidad donde hay amor entre sus miembros y por ende se apoyan unos a otros. Este tipo de ayuda se vio como algo normal entre los cristianos.


La Biblia nos presenta la actitud que debe existir al respecto en las iglesias del Nuevo Testamento; por ejemplo, en primera de Corintios 16:1-2, el apóstol Pablo dice “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” Estos versículos son un llamado a la iglesia para que supla las necesidades materiales de los santos (sus miembros).


Sin embargo, es en este punto donde los evangélicos en general, se han desviado del camino. Han hecho una distinción completa entre el dar para propósitos misioneros y el dar para las necesidades materiales de los santos. Tenemos el deber de cuidar a nuestros hermanos y de ayudarlos en sus necesidades materiales. Esto en ninguna manera quiere decir que se reduzcan las aportaciones a las misiones. Lo que quiere decir es que no hay una línea bien definida que separe una ofrenda de la otra.


No tiene sentido hablar de amor si no se relaciona con los asuntos prácticos de la vida en el área de posesiones y necesidades materiales. Si no incluye compartir nuestras posesiones materiales con nuestros hermanos cercanos y lejanos, la predica de amor significa poco o nada. En Hechos 4:34-35 la Biblia dice “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.” Los comunistas dicen que esto era un tipo de comunismo, pero no lo es, el comunismo requiere que se haga por la fuerza. Mientras que en Hechos 5:4 Pedro dice “Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.” La iglesia no utilizó la fuerza. Sin embargo, con respecto a la urgencia de los cristianos de suplir las necesidades materiales de sus hermanos, había una fuerza mayor que la de cualquier estado; la fuerza del amor, la fuerza de la hermandad, y la fuerza de una comunidad que cubre todas las facetas de la vida de sus miembros.




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