sábado, 20 de septiembre de 2008

Confesar vuestras ofensas unos a otros

"¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."(Santiago 5:13-16)

Este grupo de versículos presenta tres estados que pueden atravesar los cristianos y cómo trabajar eficazmente con cada uno de ellos. Estos estados son; tristeza (aflicción), alegría y enfermedad.


La mejor respuesta a la aflicción es la oración. La Biblia recomienda, al triste, que haga oración. Primeramente, la oración es un acto de fe. Al orar demostramos que creemos que Dios es y que responde a los que le buscan. El que ora reconoce que necesita de Dios y confía que él está atento a sus necesidades. Dios desea que aprendamos a confiar y a descansar en sus promesas, de que si nos acercamos a él, él se acercará a nosotros y nos proveerá de acuerdo con su plan maravilloso para nuestras vidas.


El que ora deposita su carga y al mismo tiempo derrama su ansiedad delante de Dios, quien es el único que conoce la fuente de su tristeza y la manera de bregar efectivamente con ella. A través de la oración, el Espíritu Santo que habita en nuestro interior, consuela nuestro ser interior y trae a nuestra mente la palabra adecuada para que experimentemos paz. Todo cristiano ha tenido la experiencia de “sentirse” más liviano cuando termina su oración, como si le hubiesen quitado la mitad de su peso.


Por otra parte, la palabra indica que si está alegre, cante alabanzas. Es bueno y deseable que cuando se canta a Dios se haga con alegría. Se pueden combinar ambas declaraciones y decir; si al llegar al culto te sientes triste, ora para que se vaya tu carga y tu tristeza y puedas cantar a Dios con alegría. Para dar a Dios lo mejor de tu vida.


En caso de enfermedad la palabra también recomienda que se ore. Sin embargo, precisa como se debe hacer esta oración para que logre su propósito. Los ancianos de la congregación ungen con aceite a los enfermos mientras oran en el nombre del Señor. Además, señala que si el enfermo hubiera cometido pecados, estos le serían perdonados.


Para entender el versículo Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” es necesario hacer énfasis en el contexto.


En Santiago 4:4-11 la Biblia dice: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡O almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Luego en el 4:11 dice “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.”


Como se muestra en los versículos anteriores, entre los hermanos hay murmuraciones, pleitos y contiendas. Incluso, hay hermanos orando caprichosamente para gastar en sus deleites. Evidente entonces que hay hermanos que han ofendido y hecho daño a otros hermanos de su propia iglesia. Como consecuencia de su terrible maldad algunos de los ofensores han enfermado. Posible también, que algunos de los ofendidos se hayan endurecido y no hayan perdonado a sus ofensores y como consecuencia algunos de ellos también hayan enfermado. De modo que algunos cristianos enferman debido a su conducta inapropiada ya sea porque maltratan o porque no quieren perdonar a sus hermanos. En este último caso se han endurecido para con sus hermanos.


De ahí entonces, que Santiago les dice “Para ser sanados, primero deben confesar sus ofensas unos a otros y luego orar unos por otros.” Si no hay confesión, la oración no puede lograr su propósito. En este contexto, confesar significa, ir donde el hermano que se ha ofendido para decirle, he pecado contra ti y lo siento, verdaderamente lo siento, perdóname y ora por mí. De igual manera, el que se siente ofendido por otro hermano y contra él cual ha cerrado su corazón, debe ir donde éste para decirle, he cerrado mi corazón hacia ti y mi saludo es fingido, lo siento, verdaderamente lo siento, perdóname y ora por mí para que se restituya nuestra comunión. Cuando esto ocurre, el Dios todopoderoso se manifiesta y sana al enfermo. Aunque seamos personas todavía sujetas a pasiones, como Elías, si tenemos la actitud adecuada, Dios en su gracia, se manifiesta respondiendo a la oración de sanidad.


Note que esta confesión está únicamente relacionada con situaciones donde un hermano arremete contra otro y como consecuencia se producen efectos negativos visibles. Además, el ofensor le confiesa al ofendido, en otras palabras, reconoce que lo ha ofendido, le dice que lo siente profundamente y le pide que lo perdone y ore por él.


Este texto no nos está pidiendo que le confesemos a otra persona pecados personales que hayamos cometido que no tienen nada que ver con esa otra persona; los pecados personales que cometemos solamente se le confiesan a Dios. (1Jn 1:9)





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Cuando se terminan nuestros recursos personales - II

Jesús camina sobre las aguas (Mateo 14)

Dado que no responden adecuadamente a la prueba de los panes, al instante, Jesús pide a los apóstoles que suban a la barca y pasen al otro lado de la ribera. Mientras el despide a la multitud. Como él sabía que la multitud impresionada iba a tratar de hacerlo rey, se retiró nuevamente solo al monte para orar.


Debemos recordar que cuando le dieron la noticia de Juan, intentó apartarse para buscar el rostro del Padre, pero la necesidad de la multitud no se lo permitió. En esta ocasión tiene la oportunidad de derramar su corazón delante de Dios Padre. Dice la palabra que le cogió la noche orando. ¿Tenía Jesús que orar? Si.


Jesús desde el monte observa a los apóstoles en la barca, el que ha nacido de Dios, Dios le guarda y el diablo no le puede tocar. La Biblia indica que un fuerte viento que les era contrario se levanta en el mar y aunque reman con intensidad, no pueden avanzar mucho. La barca en medio del mar era azotada por las olas. Recordemos que varios apóstoles eran pescadores y conocían bien este tipo de situaciones y lugar. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado en esta situación? Remamos con todas nuestras fuerzas y recursos y permanecemos en el mismo lugar.


Cuando ya los apóstoles están fatigados, llegaron nuevamente al fondo del barril, y como a la cuarta vigilia de la noche, Jesús decide alcanzarlos y adelantárseles caminando a pie sobre las aguas. Al verlo caminando sobre las aguas, pensaron que era un fantasma, gritaron, se confundieron y se atemorizaron. Al instante Jesús les habló y dijo: Tengan ánimo, Yo soy, no teman. En otras palabras, no tengan miedo, soy Yo. Recordemos a Moisés cuando le dice a Jehová, ¿si me preguntan cuál es tu nombre, qué les diré? Yo soy te ha enviado.


Pedro le responde, ¿si eres tú Maestro?, ordena que yo vaya a ti caminando sobre las aguas. Para entender lo que está sucediendo, colóquese en la posición de los apóstoles; todos están fatigados, y además asustados al ver a una silueta que camina sobre el agua y se acerca a ellos. La silueta dice no teman, soy yo, Jesús. Pedro, con osadía, lanza un reto que indudablemente pone en peligro su vida. Si tú eres capaz de caminar sobre las aguas ordena que yo lo haga también. Recordemos que Pedro es un pescador y conoce muy bien las propiedades del agua y la profundidad del mar. Esta acción no es un cuestionamiento a la autoridad del Maestro, sino una manera de probar su identidad, como dice la Escritura, probad los espíritus si son de Dios.


Jesús le dijo, ven. Y Pedro descendió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas. Mientras mantuvo sus ojos sobre el Maestro (viendo al invisible) caminó sobre las aguas. El agua posiblemente se comportó como un cristal grueso. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzó a hundirse. Tan pronto cambió la mirada, de Jesús al viento, le dio miedo y comenzó a hundirse. En muchas ocasiones el temor es el resultado de la falta de confianza en Dios. En otras palabras, dudó que Jesús lo sostuviera para que caminara hasta él. ¿Con cuánta frecuencia nos sucede lo mismo a nosotros?


Pedro dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! A medida que se hundía se llenó de terror y gritó “Señor agárrame que me ahogo”. Al instante Jesús, extendiendo la mano, asió de él, lo subió a la superficie y lo hizo caminar sobre las aguas nuevamente para entrar al bote. Jesús nunca llega tarde. Le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?


Observe que tan pronto se subieron a la barca la tempestad se calmó. Terminó la prueba que Dios había preparado para ellos. Esto nos muestra que Dios tiene todo bajo su control. En esta ocasión los apóstoles se asombran más allá de toda medida, se maravillan y postrados le adoraron, diciendo “verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”. Aunque no aprobaron cuando tomaron la prueba de los panes y los peces, en esta ocasión si lo hicieron ya que reconocieron que Jesús es el Hijo de Dios.


Es posiblemente por esta razón que Marcos dice “Porque no consideraron el milagro de los panes, debido a que su corazón estaba endurecido”. En otras palabras, tuvieron inmediatamente la segunda prueba de la tormenta en la barca porque no habían respondido adecuadamente al milagro de los panes.




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sábado, 13 de septiembre de 2008

Cuando se terminan nuestros recursos personales

(Mateo 14, Marcos 6, Lucas 9 y Juan 6)


Contexto


Los apóstoles son enviados en grupos de dos para llevar el mensaje de las buenas nuevas del reino por las aldeas cercanas. Para este tiempo Juan el Bautista es decapitado por Herodes, sencillamente porque Juan le señalaba con toda claridad, que no podía tener a Herodías la mujer de su hermano. De hecho es Herodías quien quiere asesinar a Juan. Herodes lo encarceló para protegerlo de ella. El sabía que Juan era un hombre justo y lo escuchaba; incluso, su mensaje lo sorprendía. Sin embargo, fue atrapado sutilmente por Herodías y su hija, esta última danzó ante él y sus invitados y Herodes para premiarla le dijo que pidiera lo que quisiera, que él se lo concedería. Por instrucciones de su madre pidió la cabeza de Juan en un plato. Herodes se entristeció pero debido a que prometió en presencia de sus invitados, asunto de imagen, pidió que fueran a su celda y que lo decapitaran. Un siervo de Dios del calibre de Juan es decapitado por decir y sostener la verdad. Hermanos la verdad es siempre la misma y tenemos que decirla no importa que nos cueste la aceptación del grupo, que nos persigan en el empleo e incluso nos lo quiten. Debemos estar como Juan, dispuestos a ir hasta la sangre, por la verdad en la que hemos creído.


Los discípulos de Juan entierran el cuerpo de Juan y notifican a Jesús. Imagino el impacto que tiene esta noticia en la vida del Maestro. Juan fue el mensajero que Dios envió para preparar su camino e incluso quién lo bautizo en las aguas. Recordemos cuando Jesús lloró ante la tumba de Lázaro. De igual manera debe estar llorando internamente por la injusticia que se ha cometido contra Juan y por el motivo frívolo que causó su muerte. Es en este momento donde los apóstoles aprovechan para informarle de lo que hicieron y como el poder de Dios se manifestó a través de ellos. Imagino que esta información fue de consuelo para el maestro en este momento de gran tristeza. Los apóstoles lo confortaron y lo consolaron con sus palabras.


Dada la situación, el Maestro decide alejarse de la multitud y buscar un lugar desierto y apartado. Como siempre buscando tiempo a solas con su Padre para presentarle sus situaciones y sus tristezas. Siempre estuvo en contacto con su Padre a través de la oración y se sometió al Espíritu Santo para hacer las cosas que son agradables a Dios. Además, en el evangelio de Marcos se indica que el trabajo de enseñanza y sanidad era tan intenso que apenas tenían tiempo para comer. De manera que los apóstoles y el Maestro necesitaban comer bien y tiempo para descansar.



Jesús se encuentra con la multitud


Cuando las personas se enteran que Jesús se fue a un lugar desierto, salieron rápidamente a su encuentro. De hecho la Biblia dice que estaban a pie y llegaron primero que él al lugar. Esto se puede interpretar como señal de la gran necesidad que tienen, en todos los aspectos: espiritual, sicológica, emocional, física - sanidad del cuerpo y pan para comer. La multitud era de cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños. Podemos estimar que había alrededor de 10,000 personas buscando al Maestro. Atender una multitud de este tamaño no es cosa fácil.


Tan pronto Jesús se entera, sale al encuentro de la multitud. ¿Qué cuadro percibió? Una manada de personas desorientados y sin rumbo, cómo ovejas que no tienen pastor. El cristiano debe ser una persona sensible y siempre receptiva a la necesidad de las personas a su alrededor. La respuesta del Maestro fue la de siempre, tuvo compasión de ellos. ¿Cómo la mostró?




  • Les enseñaba la Palabra responsablemente y con intensidad, ministrando a su necesidad espiritual, mental y emocional.



  • Sanó a todos los enfermos, ministrando a la parte física (cuerpo).



¿Cuánto tiempo estuvo enseñando y sanando? Mucho, todo el tiempo necesario para responder abundantemente a las necesidades de toda la multitud. Al punto que comenzó a caer la tarde y a oscurecer.



Preocupación de los Apóstoles


Los apóstoles se le acercan al maestro (señal corporal) y le dicen:




  • Sabías que ha comenzado a caer la tarde. Llevas mucho tiempo ministrando a la multitud y deben tener mucha hambre.



  • Sabías que el lugar es desierto y por tanto no hay ningún “fast food” cercano (Burger King, McDonalds, Kentucky, etcétera) donde puedan comprar alimento.



  • Te recomendamos (necesitamos) que termines tu enseñanza y los despidas para que vayan a las aldeas cercanas y puedan comprar alimento y hospedarse.


 


Pero hay un problema con esta recomendación, los apóstoles asumen que todas las personas tienen dinero para comprar comida, ¿cómo lo saben? Todos sabemos que en todos los grupos siempre hay personas que no tienen el dinero necesario para hacer la compra. La respuesta del Maestro no se hizo esperar; No tenemos necesidad de enviarlos. Desde la perspectiva humana es necesario enviarlos, pero no desde la perspectiva divina; en ella, aún lo imposible es posible.


Más categórico aún, el Maestro les dice; Denle de comer ustedes. Los apóstoles responden, la multitud es demasiado grande para que la podamos alimentar. Entonces Jesús le pregunta a Felipe, ¿cómo podremos comprar alimento para darles de comer? Jesús estaba probando a los apóstoles, él no tenía que preguntar puesto que sabía lo que tenía que hacer. Felipe le responde, tenemos doscientos denarios y si los compráramos todos en pan, no darían para dar al menos un pedacito de pan a cada uno. Andrés dice, aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?


En el diálogo, se hace evidente que ellos no tienen la manera para alimentar tantas personas y llegan a la conclusión de que no pueden hacer nada al respecto. Cuando llegan al límite de sus posibilidades; no tenemos suficiente y si compramos tampoco nos dará para todos, concluyen, no hay nada que podamos hacer, despídelos para que satisfagan su necesidad en otro lugar. En otras palabras, ellos dicen es imposible para el hombre alimentar a 10,000 personas con cinco panes y dos pececillos.


A este lugar los quería traer Jesús. En nuestro caminar cristiano habrá muchas situaciones en donde se agotarán todos nuestros recursos, precisamente con el propósito de que aprendamos a confiar más en Dios y menos en nuestros talentos y habilidades. Pregúntate, ¿cuántas veces has llegado a esta situación y con qué frecuencia? ¿Haz aprendido la lección? En esta situación los apóstoles tienen al Dios todopoderoso a su lado, al que han visto hacer posible lo imposible, y no lo ven capaz de resolver la situación. ¿Cuántas veces actuamos de la misma manera que ellos?


Jesús les dice, traigan los cinco panes y los dos pececillos y organicen a las personas en grupos de cincuenta en cincuenta, para darles de comer. Jesús presenta el alimento a su Padre que está en los cielos, lo bendice y lo da a los apóstoles quienes lo reparten a toda la multitud. Todos comieron abundantemente hasta llenarse, incluyendo a los apóstoles y hubo sobrante. De manera que Jesús hizo posible lo imposible.


La tabla de multiplicación de Dios es distinta a la humana. Colócate en el lugar de uno de los apóstoles, mientras vez el milagro de la multiplicación y tú mismo pasas los pedazos de pan a la multitud. ¡Que experiencia impactante e inolvidable! Jesús completó su servicio a estas ovejas: les enseño la palabra, los sanó y los alimentó. Ministrar es más que enseñar la palabra. Jesús pide a los apóstoles que recojan todo el sobrante para que no se pierda nada. Con él llenaron doce canastas.


Un gran contraste



Las personas son impresionadas por el milagro y dicen “verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo”. Sin embargo, los apóstoles al parecer no se impresionaron y no se registra que hicieran comentario alguno sobre el milagro. Las personas estaban tan impresionadas que querían hacerlo rey, mientras que los apóstoles sencillamente presenciaron el milagro.


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lunes, 1 de septiembre de 2008

La Marca del Cristiano II

       Al final de su ministerio, Jesús miró al futuro: su muerte en la cruz, la tumba abierta y su ascensión. Sabiendo que tenía que partir, Jesús preparó a sus discípulos para lo que vendría. En este contexto, es que hace claro cual será la marca que distinguirá al cristiano: “… Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, ... En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Jn. 13:33-35)

Es un mandamiento “que os améis unos a otros” que incluye un nuevo y más alto estándar, “como yo os he amado”. Pero, como es un mandamiento puede ser violado. El punto es, que es posible ser cristiano sin mostrar la marca; pero si esperamos que los inconversos crean que somos cristianos, debemos mostrar la marca.


Pablo hace claro nuestra doble obligación en Gálatas 6:10: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Esta meta debe ser el centro de nuestra visión cristiana, debemos pensar cuidadosamente en ella y lo que significa en nuestras vidas momento a momento. Debe ser la actitud que gobierna nuestras acciones externas observables. Muy a menudo el cristiano, en su énfasis en dos humanidades, una salvada y la otra pérdida – todavía rebelde contra Dios, ha presentado una imagen de exclusividad que es muy fea.


Nuevo Estándar de Calidad


Tenemos que amar a nuestros hermanos como “Cristo nos ama”. Ahora, pensemos en la calidad y la cantidad del amor de Jesús para con nosotros. Puesto que Él es infinito, nuestro amor nunca será como el de Jesús, nunca será un amor infinito. Sin embargo, su amor es nuestro estándar. Dos cosas pueden suceder, el asunto: (1) se convierte en meramente un banderín que usamos cada vez que hay una actividad – situación horrible, ó (2) es muy profundo y requiere mucho tiempo de meditación y oración por parte del creyente.


En una cultura agonizante como la nuestra, la Iglesia debe ser amante. Jesús otorgó un derecho al mundo. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” En su autoridad, dio derecho al mundo a juzgar si tú y yo somos cristianos verdaderos sobre la base de nuestro amor observable hacia todos los cristianos bíblicos (sea o no miembro de nuestra denominación). Jesús le dice al mundo “En mi autoridad, te doy un derecho: puedes juzgar si una persona es o no cristiana sobre la base del amor que muestra a todos los cristianos.” Si alguien se nos acerca diciendo que no somos cristianos porque no hemos mostrado amor hacia otros cristianos, debemos entender que están ejerciendo la prerrogativa que Jesús les dio. No debemos enojarnos. Debemos ir a nuestras casas, arrodillarnos y preguntar a Dios si lo que dicen es cierto o no. Y si lo es, tienen derecho a decirlo.


Falta en el Amor


Podemos ser creyentes verdaderos y fallar en nuestro amor hacia los cristianos, especialmente cuando estamos en culturas legalistas. Más profundo aún, habrá momentos en nuestras vidas en donde fallaremos en nuestro amor hacia los hermanos. En un mundo caído, no hay tal cosa como una vida cristiana perfecta. Pero, cuando fallemos, debemos pedir perdón a Dios inmediatamente. Jesús no está diciendo aquí, que si fallamos en amar a todos nuestros hermanos no somos creyentes verdaderos. Lo que está diciendo es que el mundo tiene el derecho a decirnos que no somos cristianos.


Si tener éxito en amar a nuestros hermanos cristianos fuera el estándar de si una persona es o no cristiana, entonces no habría cristianos. Cristo dio al mundo un termómetro para concluir “si una persona es o no cristiana”. De hecho, el mundo podría estar cometiendo un error, si la persona es un verdaderamente cristiano.


Jesús está hablando de nuestra responsabilidad, como individuos y como grupo, de amar a todos los cristianos verdaderos para que el mundo no tenga ninguna razón válida de decir que no somos cristianos.


Apologética Final


En Juan 17, Cristo en su oración de Sumo Sacerdote, ora: “para que todos sean uno; como tú, o Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Aquí está orando por la unidad de la Iglesia, la que debe encontrarse especialmente entre los cristianos verdaderos. ¿Cuál es la apologética final? “Para que el mundo sepa que tú me enviaste.” Aquí Jesús dice algo más profundo. No podemos esperar que el mundo crea que el Padre envió al Hijo, que los reclamos de Jesús son ciertos, y que el Cristianismo es cierto, a no ser que el mundo vea alguna realidad de la unidad de los cristianos verdaderos.


Jesús no está diciendo que los cristianos se juzguen unos a otros sobre esta base. La Iglesia juzga si una persona es o no cristiana por su doctrina, el contenido de su fe, y por lo que enseña. Pero no podemos esperar que el mundo juzgue de esta manera, a ellos no les importan los asuntos de doctrina. ¿Cuál es la marca innegable? El amor que muestran los cristianos unos por otros y no solo por los miembros de su congregación.


Si no mostramos amor, el mundo no escuchará aun cuando demos respuestas correctas. La apologética final es el amor observable de los cristianos verdaderos por los cristianos verdaderos. Este amor debe cruzar todas las líneas (nivel socioeconómico, educación, abolengo, raza, edad, sexo,…). Si el mundo no ve este amor práctico, no creerá que Cristo fue enviado por el Padre.


Amor Visible


¿Qué significa este amor? Primero, que cuando cometo un error y he fallado en amar a mi hermano, voy a él y le digo, “Lo siento” y pido que me perdone. Esta es la manera de restablecer la comunión. Cuando hemos mostrado falta de amor hacia el otro, somos llamados por Dios a ir y decir “Lo siento, realmente lo siento…”


Si no estoy dispuesto a hacerlo, ni tan siquiera he comenzado a pensar acerca del significado de la unidad cristiana que el mundo puede ver. Si no estoy dispuesto: (1) el mundo puede cuestionarse si soy cristiano y (2) que Cristo fue enviado por el Padre y que el cristianismo es cierto. La práctica observable de la verdad y el amor va de la mano de la predicación del evangelio.


Perdón


Debe haber perdón verdadero. El mundo debe observar un espíritu perdonador en medio de la Iglesia. En la oración “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esta oración no es para salvación. Tiene que ver con la relación existencial, momento a momento, del cristiano con Dios. Necesitamos perdón de nuestros pecados momento a momento, sobre la base de la obra de Cristo, para estar en comunión fluida con Dios. Le estamos pidiendo a Dios que abra para nosotros la realidad de la comunión con Él a medida que perdonamos a los demás. En ocasiones la falta de comunión con Dios resulta de que no hemos perdonado a nuestros hermanos. (Aún cuando repetimos esta oración una y otra vez.)


Debemos practicar un corazón perdonador. Debemos perdonar aún antes de que nos digan “Lo siento.” Eso es lo que dice la oración anterior. Podemos seguir diciendo que está equivocado, pero en medio de ello debemos perdonarlo. Esta actitud debe ser hacia todos los hombres. El verdadero perdón se puede observar. Nuestro amor nunca será perfecto en este mundo, pero tiene que ser suficiente como para que el mundo lo observe o no es de acuerdo a Juan 13 y 17.


La Marca Correcta


El amor y la unidad que produce, es la marca que Cristo dio a los cristianos para que la usen en el mundo. Solo con esta marca el mundo sabrá que los cristianos son cristianos y que Jesús fue enviado por el Padre.




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