Cuatro grandes revelaciones de Dios
Hay cuatro grandes revelaciones de Dios para el hombre, sin ellas no podríamos conocer a Dios; no importa cuán inteligentes seamos o cuántas materias académicas dominemos. Como dice el apóstol Pablo “lo que de Dios se conoce, es porque Dios lo dio a conocer” (Romanos 1:19). En el libro de Romanos, el apóstol menciona explícitamente las primeras dos revelaciones: (1) la creación y (2) la consciencia. La primera revelación que se discutirá es la creación; “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20). El mundo es una revelación general de Dios y se llamará el libro de sus obras. La estructura y belleza del mundo creado es un testigo de la grandeza de su Creador. Esta es la razón por la cual los seres humanos experimentan una sensación de armonía y paz cuando están frente a la creación. No se siente lo mismo cuando se está rodeado de cemento – uno de los legados de la sociedad moderna. De hecho, cuando el ser humano estudia el mundo natural con la actitud apropiada se acerca a Dios y en cierto sentido recupera parte del dominio que perdió en su caída.
Toda persona que use su capacidad de observación y análisis, sin prejuicio alguno, al reflexionar sobre las cosas hechas debe llegar a la conclusión de que el mundo es el producto de un Dios inmensamente sabio, que ama el orden y la belleza. Si no lo hace, no tiene excusa. Pero ellos, en lugar de dar gloria al Creador optaron por dársela a la criatura, o sea a sí mismo, y de esta manera se sumergió en el gran pecado de la idolatría. Como dice Pablo “honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Romanos 1:25). El problema básico es de naturaleza moral y no intelectual. Se rebela porque quiere ser el centro de todas las cosas. No quiere estar sujeto ni depender de su Creador. Sin embargo, el mundo natural continuamente le recuerda que el Creador es inmensamente grande y sabio; por consiguiente, debe acercarse a Él.
La segunda revelación es la conciencia; “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Romanos 2:14-15). La conciencia es un apuntador de naturaleza espiritual que Dios ha colocado en cada ser humano cuyo propósito es capacitarlo para discriminar lo bueno de lo malo. El mismo funciona como una voz interna que le permite clasificar sus acciones o pensamientos en correctos e incorrectos, aunque nadie le haya dado una clase al respecto. Sin embargo, esta luz interna se puede hacer muy tenue hasta apagarse, lo que la Biblia llama tener la mente cauterizada. La misma se puede apagar a través de la práctica del pecado y de una educación dirigida a llamar a lo bueno, malo. Lo que de hecho hace la corriente del siglo a través de sus grandes instrumentos de acondicionamiento: los medios de comunicación y el sistema educativo. Uno de los fines de la corriente de este siglo es apagar ambos testimonios; en el caso de la creación nos quieren hacer pensar que no fuimos creados sino que evolucionamos – este es la Gran Mentira, y en el caso de la conciencia que debemos obedecer a la cultura en la que nos ha tocado vivir – otra Gran Mentira.
Estas dos revelaciones son una manifestación clara del amor de un Dios verdadero que no desea que nadie se extravíe de la verdad. No pierdas la oportunidad de acercarte a la naturaleza y medita con frecuencia para que escuches la dulce voz de la conciencia que te acerca al Dios que te creó.
Las otras dos revelaciones son Jesucristo, Dios hecho hombre, y los sesenta y seis libros inspirados por el Espíritu Santo conocidos como las Sagradas Escrituras.
Continuará ...
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