martes, 10 de junio de 2008

Viendo al Invisible

Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. (Hebreos 11:23-27)


El libro de Hebreos comienza definiendo el concepto de fe, concepto central de la realidad cristiana; “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (11:1) La primera parte de la definición, la certeza de lo que se espera, implica que es un conocimiento seguro y claro que produce una firme adhesión de la mente a lo que se ha prometido, sin temor de errar. La segunda parte, la convicción de lo que no se ve, implica estar profundamente convencido de la realidad de lo que se espera aunque no se vea. La fe involucra la voluntad consciente del individuo que la ejerce y es un acto racional basado en la experiencia concreta de la intervención de Dios en la historia del hombre.


Lo mencionado anteriormente se puede evidenciar en la misma vida de Moisés. El Faraón había decidido matar a todos los niños hebreos para evitar que se cumpliera la profecía del libertador, líder que sería el instrumento de Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Que paradoja, es precisamente la hija de Faraón quién libra de la muerte al libertador y lo cría como si fuera su propio hijo; así de cierto es lo que Dios ha prometido. Y como dice el libro de los Hechos, “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.” De modo que Moisés aprendió toda la ciencia y la tecnología de los egipcios al punto de convertirse en un especialista cuyas obras eran reconocidas. Sus palabras y sus acciones impresionaban positivamente al pueblo egipcio, Moisés era respetado. Los que se suponen que lo mataran, gracias a la presencia e intervención sobrenatural de Dios, lo educaron y en cierto sentido lo prepararon para su propósito, ser el instrumento de Dios para sacar al pueblo de Egipto.


En el capítulo 7 del libro de los Hechos se indica que cuando tenía 40 años de edad, Dios puso en su corazón visitar a sus hermanos hebreos. El estaba seguro que Dios le había preparado para liberarlos del yugo egipcio. Sin embargo, sus hermanos no lo veían así. Una experiencia similar experimento José el consagrado de Dios. Aquí vemos en Moisés esa certeza o convicción de que Dios, al que no había visto, lo había llamado para una tarea específica. ¿A qué tarea específica te ha llamado Dios? No permitas que la incredulidad de otros obstaculice el plan que Dios tiene para contigo. Posiblemente Moisés pensaba que el liberaría al pueblo a través de la guerra corporal, pero Dios tenía un mecanismo muy distinto al que él imaginaba.


Como dice el libro de Hebreos; “Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.” La convicción de Moisés era tal que rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón. En otras palabras, rechazó una posición de autoridad única, el reconocimiento y la gloria personal y las riquezas asociadas. Se resistió a ser próspero. No solo rechazó la posición y las riquezas, sino que las intercambió por la posición de esclavo donde sería maltratado y considerado como menos que humano. ¿Cómo es posible que una persona inteligente optara por este cambio? ¿Qué lo sostenía para tomar esta decisión? La razón es sencilla, “porque tenía la mirada en la recompensa.” Estaba convencido de que el Dios de sus antepasados (Abraham, Isaac, Jacob, …) le había prometido vida eterna y un cielo y tierra nueva. No estaba dispuesto ha cambiar este galardón por los placeres temporales de esta vida. Por tanto se mantuvo firme y prefirió el oprobio de Cristo en lugar de los tesoros de Faraón.


La Biblia continúa diciendo “Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible.” Es muy interesante señalar que Moisés estaba muy consciente del poderío de Faraón y de lo que era capaz de hacer a sus enemigos. Sin embargo, no tuvo temor a lo que podía hacerle. Estaba seguro que Dios lo guardaría y que Faraón no podría tocarlo. No tenía su mirada puesta en las circunstancias, por adversas que fueran, sino en el Dios que tiene control de toda circunstancia. Esta convicción profunda lo llevó a actuar en contra de toda expectativa humana. Como sabemos su actitud lo llevó a cumplir con el propósito para el que fue llamado.


La enseñanza básica de esta reflexión es que no importa cuán adversas sean las circunstancias en las que nos encontremos, en el caso de Moisés sus hermanos no creían que él fuera el instrumento de Dios y se enfrentaba al hombre más poderoso del mundo y a su maquinaria, tenemos que poner nuestra mirada y esperar en el Dios invisible. Nos mantenemos firmes cuando creemos y vivimos conforme a lo que nos ha dicho en su Palabra, confiados de que a su debido tiempo el intervendrá y completará su propósito en nosotros.






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