martes, 1 de julio de 2008

El espíritu religioso

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas. (Efesios 6:5-9)


El gran engañador (Satanás) ha desarrollado su propia versión de lo que es ser cristiano. Es un tipo de filosofía dualista que consiste en odedecer a la Palabra durante las actividades de la Iglesia (cultos) y obedecer a los hombres (vivir como un incrédulo) el resto del tiempo. De hecho ha tenido mucho éxito con esta estrategia y son muchos los que son de una manera los domingos y de otra durante la semana. O de una manera cuando están los líderes y de otra cuando no están. Una persona que se comporta de esta manera diremos que está siendo influenciada por un espíritu religioso.


La Biblia es clara al respecto. Jesús es el Señor de toda nuestra vida, todo el tiempo. Por tanto, todo lo que hacemos es parte de nuestro culto a Dios. Todas nuestras actividades deben conducirse de acuerdo con su Palabra y con el propósito de agradarle. Si somos estudiantes, somos responsables y dámos lo mejor de nosotros. Si somos empleados, cumplimos con el horario requerido y mantenemos la mayor productividad posible dentro de las circunstancias.


Es en esta misma línea que el apóstol escribe a los efesios para que "obedezcan a sus amos terrenales como a Cristo". Las palabras temor y temblor se utilizan para representar una actitud de gran respecto. Se espera que el cristiano trabaje como si su jefe fuera Cristo. Todos sabemos que si nuestro jefe fuera Cristo; andaríamos derechitos, seríamos muy productivos y le agradaríamos en todo. Esto es lo mismo que se espera de cada creyente en su trabajo. Y esto también es, ser espiritual. Es parte de nuestro testimonio de ser luz y sal de la tierra. Una fuente no puede dar agua dulce y agua salada al mismo tiempo, no podemos ser dualistas. Tenemos que ser cristianos en nuestra casa, la iglesia, la comunidad, la escuela, el trabajo y donde quiera que estemos. Jesús es el Señor de toda nuestra vida. En ocasiones da la impresión de que dar testimonio y dar fruto se define de manera muy limitante, solo se concreta a actividades directamente relacionadas con la dinámica de la iglesia local.


Luego el apóstol indica que el cristiano debe trabajar con sencillez de corazón. ¿Que significa sencillez? El contexto nos provee la clave, "no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres". Estos son los que trabajan bien cuando están los supervisores. De hecho, trabajan bien para impresionarlos y obtener su favor. Cuando no están, apenas hacen su trabajo. Esta es la corriente del siglo. Su trabajo no surge de un corazón que valora su tarea y está agradecido porque tiene un empleo con el cual puede llevar alimento a su casa. Por el contrario, su efectividad, cuando la tiene, es con el propósito de sacar ventaja. No visualiza el trabajo de calidad como un deber sino como un medio para alcanzar lugares más altos.


El verdadero creyente se esfuerza para que toda su obra sea de calidad porque lo está haciendo para la gloria de Dios y no para alcanzar lugares más altos. La Biblia dice que "el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor". En otras palabras, Dios nos premiará por las tareas que realizamos diariamente en nuestra casa, escuela, comunidad y trabajo. De manera que cuando hago un buen trabajo, como si fuera para el Señor, no importa dónde sea, estoy dando fruto y mostrando el carácter del cristiano que entiende que "Toda nuestra vida le pertenece a Jesús."


Por último, nuestra actitud hacia el trabajo no depende de para quién trabajamos terrenalmente (un incrédulo, un hermano o un líder de nuestra iglesia). En cada caso lo hacemos de la misma manera, como si fuera para Cristo. Esta actitud debe ser con todo el mundo, en todo lugar y en todo tiempo. Por otra parte, siempre que tengamos oportunidad hagamos bien a los de la familia de la fe y en especial a los más necesitados.


Resistamos y echemos fuera al espíritu religioso.






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