sábado, 13 de septiembre de 2008

Cuando se terminan nuestros recursos personales

(Mateo 14, Marcos 6, Lucas 9 y Juan 6)


Contexto


Los apóstoles son enviados en grupos de dos para llevar el mensaje de las buenas nuevas del reino por las aldeas cercanas. Para este tiempo Juan el Bautista es decapitado por Herodes, sencillamente porque Juan le señalaba con toda claridad, que no podía tener a Herodías la mujer de su hermano. De hecho es Herodías quien quiere asesinar a Juan. Herodes lo encarceló para protegerlo de ella. El sabía que Juan era un hombre justo y lo escuchaba; incluso, su mensaje lo sorprendía. Sin embargo, fue atrapado sutilmente por Herodías y su hija, esta última danzó ante él y sus invitados y Herodes para premiarla le dijo que pidiera lo que quisiera, que él se lo concedería. Por instrucciones de su madre pidió la cabeza de Juan en un plato. Herodes se entristeció pero debido a que prometió en presencia de sus invitados, asunto de imagen, pidió que fueran a su celda y que lo decapitaran. Un siervo de Dios del calibre de Juan es decapitado por decir y sostener la verdad. Hermanos la verdad es siempre la misma y tenemos que decirla no importa que nos cueste la aceptación del grupo, que nos persigan en el empleo e incluso nos lo quiten. Debemos estar como Juan, dispuestos a ir hasta la sangre, por la verdad en la que hemos creído.


Los discípulos de Juan entierran el cuerpo de Juan y notifican a Jesús. Imagino el impacto que tiene esta noticia en la vida del Maestro. Juan fue el mensajero que Dios envió para preparar su camino e incluso quién lo bautizo en las aguas. Recordemos cuando Jesús lloró ante la tumba de Lázaro. De igual manera debe estar llorando internamente por la injusticia que se ha cometido contra Juan y por el motivo frívolo que causó su muerte. Es en este momento donde los apóstoles aprovechan para informarle de lo que hicieron y como el poder de Dios se manifestó a través de ellos. Imagino que esta información fue de consuelo para el maestro en este momento de gran tristeza. Los apóstoles lo confortaron y lo consolaron con sus palabras.


Dada la situación, el Maestro decide alejarse de la multitud y buscar un lugar desierto y apartado. Como siempre buscando tiempo a solas con su Padre para presentarle sus situaciones y sus tristezas. Siempre estuvo en contacto con su Padre a través de la oración y se sometió al Espíritu Santo para hacer las cosas que son agradables a Dios. Además, en el evangelio de Marcos se indica que el trabajo de enseñanza y sanidad era tan intenso que apenas tenían tiempo para comer. De manera que los apóstoles y el Maestro necesitaban comer bien y tiempo para descansar.



Jesús se encuentra con la multitud


Cuando las personas se enteran que Jesús se fue a un lugar desierto, salieron rápidamente a su encuentro. De hecho la Biblia dice que estaban a pie y llegaron primero que él al lugar. Esto se puede interpretar como señal de la gran necesidad que tienen, en todos los aspectos: espiritual, sicológica, emocional, física - sanidad del cuerpo y pan para comer. La multitud era de cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños. Podemos estimar que había alrededor de 10,000 personas buscando al Maestro. Atender una multitud de este tamaño no es cosa fácil.


Tan pronto Jesús se entera, sale al encuentro de la multitud. ¿Qué cuadro percibió? Una manada de personas desorientados y sin rumbo, cómo ovejas que no tienen pastor. El cristiano debe ser una persona sensible y siempre receptiva a la necesidad de las personas a su alrededor. La respuesta del Maestro fue la de siempre, tuvo compasión de ellos. ¿Cómo la mostró?




  • Les enseñaba la Palabra responsablemente y con intensidad, ministrando a su necesidad espiritual, mental y emocional.



  • Sanó a todos los enfermos, ministrando a la parte física (cuerpo).



¿Cuánto tiempo estuvo enseñando y sanando? Mucho, todo el tiempo necesario para responder abundantemente a las necesidades de toda la multitud. Al punto que comenzó a caer la tarde y a oscurecer.



Preocupación de los Apóstoles


Los apóstoles se le acercan al maestro (señal corporal) y le dicen:




  • Sabías que ha comenzado a caer la tarde. Llevas mucho tiempo ministrando a la multitud y deben tener mucha hambre.



  • Sabías que el lugar es desierto y por tanto no hay ningún “fast food” cercano (Burger King, McDonalds, Kentucky, etcétera) donde puedan comprar alimento.



  • Te recomendamos (necesitamos) que termines tu enseñanza y los despidas para que vayan a las aldeas cercanas y puedan comprar alimento y hospedarse.


 


Pero hay un problema con esta recomendación, los apóstoles asumen que todas las personas tienen dinero para comprar comida, ¿cómo lo saben? Todos sabemos que en todos los grupos siempre hay personas que no tienen el dinero necesario para hacer la compra. La respuesta del Maestro no se hizo esperar; No tenemos necesidad de enviarlos. Desde la perspectiva humana es necesario enviarlos, pero no desde la perspectiva divina; en ella, aún lo imposible es posible.


Más categórico aún, el Maestro les dice; Denle de comer ustedes. Los apóstoles responden, la multitud es demasiado grande para que la podamos alimentar. Entonces Jesús le pregunta a Felipe, ¿cómo podremos comprar alimento para darles de comer? Jesús estaba probando a los apóstoles, él no tenía que preguntar puesto que sabía lo que tenía que hacer. Felipe le responde, tenemos doscientos denarios y si los compráramos todos en pan, no darían para dar al menos un pedacito de pan a cada uno. Andrés dice, aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?


En el diálogo, se hace evidente que ellos no tienen la manera para alimentar tantas personas y llegan a la conclusión de que no pueden hacer nada al respecto. Cuando llegan al límite de sus posibilidades; no tenemos suficiente y si compramos tampoco nos dará para todos, concluyen, no hay nada que podamos hacer, despídelos para que satisfagan su necesidad en otro lugar. En otras palabras, ellos dicen es imposible para el hombre alimentar a 10,000 personas con cinco panes y dos pececillos.


A este lugar los quería traer Jesús. En nuestro caminar cristiano habrá muchas situaciones en donde se agotarán todos nuestros recursos, precisamente con el propósito de que aprendamos a confiar más en Dios y menos en nuestros talentos y habilidades. Pregúntate, ¿cuántas veces has llegado a esta situación y con qué frecuencia? ¿Haz aprendido la lección? En esta situación los apóstoles tienen al Dios todopoderoso a su lado, al que han visto hacer posible lo imposible, y no lo ven capaz de resolver la situación. ¿Cuántas veces actuamos de la misma manera que ellos?


Jesús les dice, traigan los cinco panes y los dos pececillos y organicen a las personas en grupos de cincuenta en cincuenta, para darles de comer. Jesús presenta el alimento a su Padre que está en los cielos, lo bendice y lo da a los apóstoles quienes lo reparten a toda la multitud. Todos comieron abundantemente hasta llenarse, incluyendo a los apóstoles y hubo sobrante. De manera que Jesús hizo posible lo imposible.


La tabla de multiplicación de Dios es distinta a la humana. Colócate en el lugar de uno de los apóstoles, mientras vez el milagro de la multiplicación y tú mismo pasas los pedazos de pan a la multitud. ¡Que experiencia impactante e inolvidable! Jesús completó su servicio a estas ovejas: les enseño la palabra, los sanó y los alimentó. Ministrar es más que enseñar la palabra. Jesús pide a los apóstoles que recojan todo el sobrante para que no se pierda nada. Con él llenaron doce canastas.


Un gran contraste



Las personas son impresionadas por el milagro y dicen “verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo”. Sin embargo, los apóstoles al parecer no se impresionaron y no se registra que hicieran comentario alguno sobre el milagro. Las personas estaban tan impresionadas que querían hacerlo rey, mientras que los apóstoles sencillamente presenciaron el milagro.


Free Hit Counter

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio