sábado, 11 de octubre de 2008

David en un momento oscuro de su jornada (2 Samuel 11)












La Biblia es un conjunto de libros como ningún otro. De hecho, la misma Biblia establece que ella es en verdad, la Palabra de Dios. Ella presenta no solo las virtudes de sus héroes, sino que además presenta sus defectos y caídas, aunque hayan sido grandes y terribles. En estas instancias, es donde podemos ver lo que es capaz de hacer una criatura cuando se aleja de su hacedor y cuán grande es la misericordia de Dios para perdonar al que se arrepiente de su camino. Además, lo que un creyente en Dios aprende aún de sus propios errores y caídas. En esta ocasión se analizará el caso de David, a quien Dios consideró un varón conforme a su corazón, a pesar de haber arremetido contra un gran hombre como Urías.


La Escritura dice “Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.” Este verso indica claramente que el deber de David era estar al frente de su ejército. Sin embargo, decidió quedarse en su casa y hacer otra cosa. Cuando no hacemos lo que nos corresponde, comenzamos a alejarnos de nuestro Señor y abrimos una ventana para que el enemigo saque ventaja. Nuestro enemigo, que no es lento ni perezoso, inmediatamente genera una circunstancia que es una trampa para que desobedezcamos a Dios.


La Escritura dice “Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.” Al parecer David se dedicó a comer y a descansar, como dicen, a darse la buena vida. El problema no es que estaba descansando y alimentándose, sino que no estaba haciendo lo que le correspondía como líder de su pueblo. Una tarde, una joven muy hermosa y casada, decidió bañarse en el patio de su casa. No hay duda de que ella sabía que desde la terraza de David se podía ver lo que sucedía en su patio. En este sentido, ella fue irresponsable y fue instrumento para crear la situación en la que David sería tentado. Nuestros descuidos son rápidamente utilizados por un enemigo astuto como el que tenemos.


La Escritura hace énfasis en que la mujer era muy hermosa, de manera que cuando David la ve es atraído fuertemente por ella. Pero ser atraído no es lo mismo que desear lo que no corresponde. Podemos sentirnos fuertemente atraídos por el sexo opuesto y sin embargo no ser seducidos por la atracción. Como dice la Escritura “llevando todo pensamiento sujeto a la obediencia de Cristo”. Tan pronto nace el deseo hay que someterlo a la obediencia a Cristo, en otras palabras, no hay espacio para ese tipo de pensamientos en nuestra mente. Pero si estamos alejados, en lugar de llevarlo cautivo a la obediencia a Cristo, comenzamos a contemplar el placer que nos producirá el comer de la fruta. Si no andamos en el Espíritu, nuestra naturaleza pecaminosa se encarga de tomar el timón de nuestra vida para que hagamos cosas atroces que son desagradables a Dios. Este fue el caso de David en esta ocasión.


La Escritura continua diciendo “Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.” Cuando David envía a uno de sus siervos a preguntar quién era esa mujer, estaba indicando que había sido impresionado y que tenía interés por ella. Es interesante señalar que el criado le respondió: mi Señor ella es una mujer casada y sus parientes, su padre Eliam y su esposo Urías, son dos distinguidos ciudadanos de tus treinta y siete hombres valientes (2 Samuel 23). Me da la impresión de que el Dios eterno estaba usando al criado para detener a David de sus malos pensamientos. Pero, cuántas veces Dios nos ha tratado de detener para que no le desobedezcamos y en nuestra necedad, hemos pasado por alto a sus mensajeros y apagado a su Espíritu que mora en nosotros, para hacer lo que no es correcto. Esto es, precisamente, lo que hizo David en este caso, “Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.” David menospreció la Palabra de Dios al tomar a una mujer casada y punto. El tuvo en poco los mandamientos de nuestro Dios. Al parecer, después que disfrutó de ella, le permitió regresar a su casa. Todo esto se hizo en secreto y solo los siervos cercanos de David tenían conocimiento de ello.


Al parecer David se había salido con la suya. Sin embargo, la Escritura dice “Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.” Para sorpresa de David, Betsabé quedó embarazada de este primer encuentro. De inmediato vino a su mente ¿cómo se podrá explicar que Betsabé está embarazada si su esposo está en el campo de batalla? Tengo una idea, si hago que Urías regrese a su casa por al menos una noche y logro que duerma con su esposa, la gente y el mismo Urías pensarán que el embarazó es producto de esta visita. De esta manera ocultaré mi pecado. De inmediato David “envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David.” Al parecer todo marcha de acuerdo con el plan de David para ocultar su maldad.


La Biblia dice “Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra. Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies.” Con un gran dominio en el arte de engañar, David da a entender a Urías que lo llamó para saber como estaban los guerreros y el estado de la guerra, o sea, su nivel de dificultad y quién estaba al frente. Luego le dice, ya que estás aquí, desciende a tu casa y comparte con tu esposa. La frialdad que presenta David en todo este proceso es característica de nuestra naturaleza caída, es el fruto natural de andar de acuerdo con la carne. Al parecer todo marcha de acuerdo con el plan de David para ocultar su maldad.


Por otra parte, Urías es un hombre fiel a su señor y a sus principios. De manera que, dice la Biblia: “Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. Más Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa. E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa.” Posiblemente David le envió una buena botella de vino y una canasta de frutas y quesos para que Urías las compartiera esa noche con su esposa. Sin embargo, Urías prefirió dormir con los siervos de David a la puerta de su casa. De inmediato, los siervos de David le notificaron que Urías no descendió a su casa como el había planificado. ¿Qué gran sorpresa para David? Su plan se venía al piso. Cuando estamos fuera de la voluntad de Dios, no importa cuán bien planifiquemos nuestros pasos, no adelantaremos una sola pulgada en el camino.


De inmediato, un David sorprendido, llama a Urías y le dice: “¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?” En otras palabras, le dice, llevas mucho tiempo en la batalla y además te tomó tiempo llegar hasta Jerusalén, lo correcto hubiese sido que descendieras a tu casa a descansar. ¿Era esta la preocupación de David? Por cierto que no. La respuesta de Urías fue una flecha al corazón de David; “El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.” Urías le da una cátedra al rey, ¿cómo puedo comer y beber tranquilo en mi casa, si mis hermanos están en el campo de guerra? Lo que precisamente estaba haciendo el rey mientras el pueblo estaba en la batalla. Dios siempre nos habla a través de sus siervos para que despertemos de nuestro sueño y regresemos al camino correcto.


De inmediato David genera un nuevo plan y dice a Urías: “Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa.” En esta ocasión David decide invitarlo a una fiesta para que se embriague y de esta manera convencerlo para que descienda a su casa y comparta con su esposa. Sin embargo, Urías se mantuvo firme y durmió con los siervos del rey. Nuevamente el plan de David no progresa. En este momento, a David se le han terminado todos los cartuchos para explicar el embarazo de Betsabé con una visita nocturna de Urías.


De inmediato David genera un nuevo plan, en esta ocasión, un plan nefasto. Le voy a pedir al general de mi ejército que ponga a Urías en el mismo frente de batalla y cuando arrecie la misma, los soldados dejen solo a Urías para que muera. La Biblia dice “escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo.” En su desesperación y locura, David mandó a matar a Urías a sangre fría. El colmo de la situación es que envía al mismo Urías con su sentencia de muerte. Esta situación ilustra la crueldad que puede manifestar una criatura contra otra cuando no está andando en el Espíritu. Cuando nos alejamos de Dios nuestros cuerpos pasan a ser instrumentos de muerte. Dios tenga misericordia de nosotros y nos fortalezca para que siempre andemos a la luz de su justicia y hagamos su voluntad.


Me parece que Joab fue cómplice en el asesinato de Urías. La Biblia señala, “Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra. Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra, si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir? ¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías heteo es muerto.” Aunque no se puede precisar muy bien, esta jugadita le salió cara al ejército de David. Además del valiente Urías, aunque Joab no lo deseaba, cayeron otros soldados del ejército. Por la forma en que Joab pide al mensajero que presente su informe al rey, se infiere que es para justificar la muerte de los otros soldados. Al final le pide que cierre el informe con broche de oro, diciendo, Urías también murió. Joab siguió la orden del rey David al pie de la letra con relación a Urías, y un poco más. Joab no cuestionó los motivos del rey David. Los únicos que conocían lo que la carta decía eran el rey David y Joab. Al Joab decirle al mensajero qué decirle al rey David, no sólo estaba justificando la muerte de los otros israelitas que murieron aparte de Urías, sino que quiso congraciarte con el rey David. Joab siendo un hombre conocedor de la guerra y sus consecuencias, sí fue culpable, junto con el rey David, de la muerte no sólo de Urías, sino también la de los otros israelitas.


Como dicen en buen castellano, David botó la bola y partió el bate. Para colmar la copa de su pecado le manda a decir a Joab “No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale.” Que no te de pena alguna el haber enviado a Urías a la muerte, en la guerra siempre se pierden vidas. Pero Urías no es una baja producto de la guerra, el fue asesinado cruelmente por el mandato de su rey David. No hay duda de que Joab fue cómplice y su consciencia lo estaba redarguyendo. Esta es la razón por la cual David le envía este mensajero. ¿Cómo bregaría David con su consciencia y con la voz sublime del Espíritu? No hay duda de que contristó y apago la voz del Espíritu para poder ejecutar su plan y continuar una vez que logró su propósito.


Imagino que uno de los siervos de David le notificó a Betsabé y a su familia que Urías había muerto dignamente en el campo de batalla. La Biblia señala: “Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo.” Tan pronto Betsabé termina el duelo por la muerte de su marido, David envía por ella, la trae a su casa y la toma por su mujer. Ella le da a luz un hijo. Aparentemente David se salió con la suya, dando la impresión de que el hijo que le dio Betsabé se concibió después de la muerte de Urías, de manera que es un hijo legítimo. De modo que el secreto se quedó dentro de un pequeño círculo de siervos y amigos de David. Quienes fueron cómplices de su maldad.


Pero Dios está presente y no está callado. El capítulo 11 de 2 Samuel termina diciendo “Más esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.” Dios disciplina a todo aquel que toma por hijo. En la segunda parte de este artículo veremos la respuesta de Dios a este asunto.




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